Homenaje a Esther Ballestrino de Careaga: Proponen que una calle de Parque Chas lleve su nombre
“Por la memoria de nuestra querida fundadora de Madres de Plaza de Mayo, vecina y compañera, impulsamos esta iniciativa que, junto a tu firma, llevaremos como pedido, y como bandera, a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para que la calle Gándara lleve su nombre”, proponen desde La Cámpora Parque Chas.
Por Fernando Belvedere
“Una mujer que fue ejemplo de compromiso y entrega hacia las causas justas, un emblema del coraje y lucha que perdura en las calles de nuestro querido barrio, y fundadora de Madres de Plaza de Mayo”, dice el proyecto elaborado por La Cámpora Parque Chas.
Ballestrino nació en Uruguay en 1918, pero a los pocos años se estableció en Paraguay, junto a su papá y su mamá, oriunda de ese país. Allí estudió hasta completar su carrera universitaria y forjó su carrera de luchadora y militante, y en la década del 40 fundó el primer Movimiento Femenino del Paraguay. Además, se recibió de maestra y doctora en Bioquímica y Farmacia, en la Universidad Nacional de Asunción. En su país conoció a su marido, Raymundo Careaga, con quien tuvo tres hijas.
“La madre de ustedes me enseñó a pensar”, fue la confesión que les hizo el Papa Francisco a las hijas de Esther, Ana María y Mabel Careaga en 2015. El joven Jorge Bergoglio trabajó con quien fue una de las fundadores de Madres de Plaza de Mayo y la tenía de jefa ya que dirigía un laboratorio que quedaba en la calle Azcuénaga, casi Santa Fe, de la ciudad de Buenos Aires.
Al ser perseguida por parte de la dictadura de Higinio Morínigo, en 1947 migró exiliada a la Argentina, luegar en el que se reencontró con Raymundo. Las calles de Parque Chas, la vieron llegar el 20 de enero de 1955. En la casa de “puertas abiertas” de Hamburgo y Copenhague forjarían un espacio familiar, de contención, de amistades y perseguidxs de Argentina, Paraguay, Chile y Uruguay. “Era una familia que le daba una cálida y amorosa bienvenida a quien se acercara”, cuentan lxs vecinxs.
El compromiso y la solidaridad serían el emblema que determinaría la persecución que sufrirá Esther, en manos de la dictadura en Argentina. Su hija Ana María y dos yernos, fueron secuestrados en junio de 1977 por la dictadura (VER NOTA RELACIONADA), instaurada el 24 de marzo de 1976 en Argentina. En esa búsqueda llena de coraje que sólo una mujer puede lograr, comenzaría a consolidar la Asociación Madres de Plaza de Mayo, convirtiéndose en una referente de esa búsqueda. Tras ser liberada Ana María, decidió exiliarse al Brasil, y luego a Suecia, junto con su familia.
ÁRBOL PLANTADO EN HOMENAJE A ESTHER BALLESTRINO
EN LA PLAZA DOMINGUITO SARMIENTO (PLAZA DE LA MEMORIA)
Pero Esther les dijo a las madres, cuando éstas le pidieron que no volviera al país: “¡No!, voy a seguir hasta que aparezcan todos”, en otra muestra cabal de su compromiso genuino y profundo.
Finalmente, fue secuestrada por el grupo de tareas 3.3.2 del Ejército en diciembre del mismo 1977, tras ser entregada por el genocida Alfredo Astíz. Por ese entonces, el grupo de madres organizaban la búsqueda de sus seres queridos desde la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en el barrio de San Cristóbal, donde fue secuestrada Esther.
“Desde el 8 de Diciembre de 2007, con la colocación de una baldosa homenaje en la plaza Éxodo Jujeño, que seguimos reivindicando su lucha, compromiso, solidaridad y militancia. Este homenaje y reconocimiento, busca ser uno más de todos los que tuvo en nuestro barrio, y que no bastarán, porque hay algo que tenemos que mantener: La Memoria. Por esta historia, de tanto compromiso de nuestra vecina de Parque Chas, te pedimos tu firma para que la calle que hoy se llama Gándara lleve su nombre, en honor y reconocimiento al valor, el coraje, la sensibilidad, el amor, la valentía, la convicción, la lucha, la militancia, con los que Esther Ballestrino de Careaga vivió”, finaliza el texto de La Cámpora.
Hoy, solo el 3% de las calles de Buenos Aires llevan nombre de mujeres. Y en nuestra comuna 15, solo 3. Números que estremecen y del que dan cuenta que están quedando afuera muchísimas mujeres con coraje, amor y solidaridad que abrieron surcos, guiaron en los momentos más oscuros del camino y que tan bien le hicieron a nuestro a pueblo.
8 DE DICIEMBRE
Por Ana María Careaga
Ayer a la tarde, Ramiro me esperaba con una sorpresa.
Corré, tenemos algo para vos, -me dijo.
Yo, que había hecho trampa mirando por el rabillo del ojo, dije: Ay, pero que no sean jazmines porque el perfume de los jazmines me gusta tanto que si los huelo me vuelvo loca de alegría…! -El me miraba con los ojazos abiertos y radiante. Y cuando terminé de hablar me dijo: ton! (son… jazmines).
Madre e hijo, me contó Anita después, habían sostenido el siguiente diálogo:
-Podemos llevar también un ramo mañana al homenaje a la bisabuela…
-Pero si está muerta!, dijo Ramiro.
-Sí, le contestó la madre, pero es al homenaje que se llevan las flores, las podemos llevar igual…
-Ah! Pero no las va a poder oler… Qué pena!
-No, es verdad… pero igual lo podemos hacer, es simbólico.
-Y qué es simbólico?
-Simbólico es que uno lo puede hacer en memoria de la persona, para recordarla y también lo hace por uno, así son los homenajes, simbólicos…
Y es verdad. Uno cuando lleva flores a un ser querido siente que lo está homenajeando, pero también se da la posibilidad, a sí mismo, de consolar al dolor.
Por eso, vamos seguido a llevar flores a la Iglesia Santa Cruz. Por eso cuando vienen amigos, queridos, de otros lados, quieren llevar flores, con nosotros, a la Iglesia Santa Cruz. Por eso tía Lidia, cada 26, después de dejarle flores a Cristina en la Chacarita, lleva flores a la Iglesia Santa Cruz. Durante muchos años, nosotros nos pasamos buscando, haciendo trámites, denunciando. Durante muchos años no llevamos flores.
O las llevamos al río o a algún lugar, no importa cuál, cualquiera, que nos acercara, de manera simbólica, como Anita le decía a Ramiro, a un espacio entre nuestro ser querido y nosotros.
Y así sucede con la mayoría de los detenidos-desaparecidos que se llevaron de sus casas, de sus trabajos, de los barrios y de las calles de este país. Y con sus familiares. Nunca nos dijeron dónde estaban. De una u otra manera se los sigue buscando. Las Madres, Mary, Azucena y Esther, y también Leonie y Angela, a su modo, volvieron. Se las ingeniaron para volver. No cómo se las llevaron, con vida, como decía aquella consigna que clamaba contundentemente una verdad: con vida los llevaron, con vida los queremos. Pero volvieron, en una hazaña que parecía imposible, pero necesaria, para dar testimonio del horror que el Terrorismo de Estado cometió con sus mejores hijos…
Y sí, los queremos. Y cómo. Amamos su ejemplo de vida, su ética, su compromiso, su sensibilidad, la generosidad de quienes eligieron vivir con dignidad en la búsqueda de una sociedad más justa. Por eso hoy estamos aquí, todos nosotros. Saludando la iniciativa de los vecinos de este barrio, de un barrio al cual ellos, Esther y Raimundo, le abrieron también las puertas de su casa, en Hamburgo y Copenhague, como le abrieron a esta sociedad las puertas de su alma.
Con ellos vivimos este barrio, con ellos vinimos a esta plaza, y con ellos, más importante aún, aprendimos a vivir.
Anita le dijo hace unos días a su mejor amiga: no me gusta diciembre, es un mes triste, era un mes triste hasta que nació Santi, refiriéndose, por supuesto, al hijo de su amiga. Yo quiero decirle a ella que diciembre no es solamente un mes triste, en el que se cumplen 30 años del secuestro de las Madres, de la desaparición de su abuela. Y un año éste, no sólo el mes, en el que se cumplen también treinta años de muchos secuestros y desapariciones ocurridos en 1977. Diciembre es también un mes en el que siempre la iglesia Santa Cruz tuvo expresiones de lucha y de memoria. Y diciembre es también un mes en el que ella nació, y este diciembre, en especial, el mes en el que ella, dentro de tres días, también cumple 30 años.
Habiéndose repuesto a la muerte y la ignominia. Y éste es el año también en el que se cumplen treinta años de las Abuelas y de las Madres. Que también se repusieron del dolor, de la pérdida irreparable.
También ellas se repusieron del secuestro, la muerte y la ignominia Y eso es indestructible. Como lo es el regreso de las Madres. Como lo es hoy aquí este acto. Y como son todas y cada una de las acciones que hacemos, desde distintas expresiones sociales, y vamos a seguir haciendo, en la búsqueda de la Memoria y la Verdad y la Justicia.
(8 de diciembre de 2007)
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