Celebrando a Andrea Vespa
Se realizó un emotivo homenaje a nuestra vecina en el día su cumpleaños. Durante la celebración se intervino artísticamente el cordón de la calzada ubicado en la intersección de Benjamín Victorica y Gándara. También se bautizó “Sopa de piedra” a la fuente de Parque Chas.
Por Fernando Belvedere
Familiares, amigos y vecinos se encontraron ayer en las «6 esquinas» del barrio, para celebrar el cumpleaños de la vecina Andrea Vespa y también para recordarla y homenajearla bautizando «Sopa de piedra» a la fuente de Parque Chas. El nombre tiene que ver con un cuento narrado por Andrea durante los festejos del 90 aniversario del laberinto en 2015.
Tambien se intervino artísticamente y colectivamente el sexto y último cordón que faltaba en la interesección de Benjamín Victorica y Gándara.
En la celebración, amigos y vecinos de Andrea leyeron un emotivo texto recórdando su vida. Su papá, nuestro querido Roberto, agradeció a todos las palabras leídas y el encuentro en su memoria.»Ella seguramente está aquí, entre nosotros», expresó conmovido.
«Hoy, una tarde emotiva, vecinal, entrañable. Los vecinos entre mates y abrazos, terminamos de pintar los cordones de las veredas que rodean la vieja fuente del barrio de Parque Chas y bautizarla en homenaje a una de sus queridas e incunables vecinas, quien convertía sus sueños en narraciones maravillosas, Andrea Vespa. Ella nos dejó en plena ruta de sus sueños, hace unos meses y uno de sus cuentos «La sopa de piedra», comunitario y original; es desde hoy el nombre de esta fuente símbolo del barrio y su laberinto mágico. El amor sigue siendo lo que nos guía, con arte y emoción…Gracias!», palabras del músico, murguero, poeta y vecino Ariel Prat.
Texto leído durante la celebración
Andrea fue una persona con una sensibilidad especial, que iluminaba su cara y su sonrisa.
Mujer, madre, hija, hermana, amiga, todos los roles los honró con abundancia.
Tenía un deseo irrefrenable de ser una mejor persona, no mejor que los demás, sino la mejor persona que ella podía ser.
Quería que todos sus amigos y amigas fuéramos mejores hombres y mujeres.
Estaba atenta a las cuestiones del cuerpo, del alma y del corazón de todos sus seres queridos.
Inquieta como nadie, con una capacidad gigante de escuchar, de comprender, de sentir y de decir.
Siempre en movimiento, en conexión con el ritmo de la tierra, intentaba rescatar ese ritmo para compartirlo.
Así escribía su historia, así transformaba todo en música.
Soñaba con historias que nos relataba.
Tenía una facilidad genial para crear un espacio y un tiempo de una realidad fantástica, de mundos paralelos.
Su especial predisposición para conectar almas la compartió también en la Fuente de Parque Chas, este hermoso proyecto colectivo, que marcó el inicio de algo único en nuestro barrio y en nuestras vidas, que no es punto de llegada sino camino.
Iara y Uma llevan su espíritu. Dos hermosas mujeres que aprenderán durante sus vidas a recordarla con amor y gratitud.
Todos y todas estamos agradecidos por su vida y por haberla conocido.
Y así nos encontramos aquí.
Andrea nos sigue contando historias, hoy aquí somos todos un cuento de Andrea haciendo realidad la Sopa de piedra.
Gracias, Andrea, te amamos.
Leda Amorín, Magdalena Eggers, Lea Kletnicki, Martín Malamud, Sergi Sioux, Flavio Maddalena y Damián Rovner.
La sopa de piedra
(Cuento popular portugués)
En cierta ocasión, un viajero que iba cargado con una ligera esterilla y una olla vacía, llegó a un pueblo que no conocía. Llevaba días caminando y estaba sucio, cansado y sobre todo hambriento. Se dirigió a la plaza y vio que estaba muy animada. Entre el bullicio distinguió a algunas personas sentadas degustando buenos trozos de queso con pan de hogaza y refrescándose a base de beber vino de la última cosecha. Se acercó a ellas y les pidió por favor si podían invitarle a comer algo pues hacía más de dos días que no se llevaba nada a la boca. Por desgracia, nadie quiso compartir con él ni unas migajas. Entristecido pero sin perder el ánimo, avistó una fogata en medio de la plazoleta. Tomó su olla, la llenó de agua en la fuente pública y metió dentro una piedra limpia y lisa del tamaño de una naranja. La gente, extrañada, se acercó a él. – ¿Qué hace usted? ¿Acaso va a cocinar un pedrusco? – le preguntó un lugareño descarado, cuya voz sobresalió entre los murmullos de la gente que se miraba con cara de asombro – Tengo una piedra que podría decirse que es mágica y hace la mejor sopa del mundo. Ahora mismo ustedes van a comprobarlo con sus propios ojos. Decenas de personas se arremolinaron en torno al viajero ¿Una sopa mágica? ¡Eso había que verlo! La expectación era máxima. Cuando el agua empezó a hervir, el extraño vagabundo sacó una cuchara de su bolsa y la probó. – ¡Uhmmm!… ¡Qué rica está quedando mi sopa! Claro que si tuviera algo de carne estaría más sabrosa… Uno de los lugareños le dio un pedazo de jamón que acababa de comprar. – Pruebe a echarle esto, a ver si ayuda a mejorar su sabor. Al rato, el viajero la probó de nuevo. – Realmente está más rica, pero con un poco de verdura quedaría aún más exquisita – exclamó en alto para que todos le escucharan. Una mujer que salía del mercado y se había unido al curioso grupo, también quiso contribuir a esa curiosa receta. – Tenga… unas zanahorias y unos repollos para añadir al caldo. El hombre las aceptó encantado, las echó al a olla y se llevó un poco de líquido caliente a los labios. – ¡Qué maravilla! Pocas veces he comido algo tan delicioso… ¿Alguien tiene media docena de papas y un poco de sal para realzarla un poco más? ¡Esto ya está casi está! – ¡Yo tengo! – dijo un muchacho deseoso de probar la sopa – Espere un momento que me acerco a casa y ahora mismo le traigo lo que le falta. Tal como había prometido, el chico apareció minutos después con las papas y la sal, que fueron a parar a la cazuela junto con los demás ingredientes. Cuando la sopa estaba en su punto, el viajero dijo a todos los allí presentes que fueran a buscar un plato ¡Tenían que probar aquella maravilla! Hombres, mujeres y niños degustaron la sopa de piedra y la encontraron espectacular. El perspicaz e inteligente viajero había conseguido que la gente del pueblo creyera que estaba tan rica por los efectos mágicos de la piedra, cuando en realidad, estaba buenísima porque entre todos habían llenado la olla de buena comida y sabrosos condimentos. Una vez que el hombre sació su apetito y se sintió con fuerzas, lavó la piedra y se la metió en el bolsillo ¡Probablemente volvería a necesitarla para poder comer!
Podemos trabajar juntos, cooperar, y al final estar todos mejor.