Hasta la próxima vez
Álvaro Daniel Panzitta, es escritor, nació en Parque Chas. Desde chico sintió pasión por contar historias. En el 2014, comenzó un proyecto literario con editorial propia. A éste se suma un canal de YouTube y un blog con recursos para escritores. En esta crónica nos habla de los orígenes de su familia italiana que se instaló en el barrio laberinto.
Mi bisabuelo Domingo llegó a estas tierras en 1924 proveniente de Calabria, Italia. Trabajó limpiando cloacas y vivió junto a su familia en distintas pensiones de la zona, hasta que finalmente pudo comprar el terreno del pasaje Varsovia. En aquel entonces todo era puro campo a punto de ser transformado en barrio. Hasta sé de historias de carneo de oveja en las casas, donde la carne se comía y la lana se usaba de frazada. Empiezo contando esto porque amo mis raíces y me produce una honda alegría saber que mi familia estuvo desde el principio en los orígenes de Parque Chas. Fuimos testigos de todos los cambios que se fueron dando generación tras generación. A decir verdad, me siento tan parquechasino como el dulce de leche es argentino. Otros Panzitta se establecieron en la misma calle con el tiempo y hasta hace algunas décadas se hablaba de comidas en común y festejos de puertas para afuera con el resto de los familiares. Una iniciativa que retomamos, de otro modo, con mi tío Antonio en dos oportunidades y la llamamos “La gran Panzada”.
Mi abuelo Samuel nació en su casa, la que su papá había comprado, el 17 de octubre de 1931. A sus casi 90 años recuerda el barrio de su niñez, juventud y vida adulta. Trabajó de lechero, panadero y carbonero, en Parque Chas y sus alrededores. Fue a la escuela Petronila Rodríguez al igual que el resto de los Panzitta. Se casó, trabajó de cartero cuarenta años, fue uno de los fundadores del Club el Trébol, tuvo dos hijos y hoy sigue enseñándonos a vivir mejor.
Mi papá, Daniel Panzitta, nació en 1961. Aún entonces había frutales y un gallinero en el pasaje Varsovia. Al casarse con mi mamá construyó en la misma casa que su abuelo había comprado y se dio a conocer como uno de los fotógrafos del barrio. Tanto es así que muchos me preguntan si me dedico a lo mismo que él.
A todo esto, mi nombre es Álvaro Panzitta, nací en 1988 y viví en Parque Chas hasta el día que me casé. Lamentablemente no pude seguir la tradición de permanecer en el barrio, pero mis raíces están allá, en la tierra prometida a mi bisabuelo. Cada vez que vuelvo, entro por Bucarelli y paso la mano por alguna de las paredes que parecen curvarse al ritmo de la calle. Miro el cuadro que hice en séptimo grado junto a mis compañeros, colgando desde entonces de la parte trasera del club Parque Chas. Saludo a los vecinos. Me persigno a la altura de San Alfonso. Y a veces chusmeo la biblioteca al paso de Gándara, que ahora tuvieron que trasladar, allí donde durante un tiempo estuvo un ejemplar de mi primera novela “La canción de Odín”. Porque a todo esto, no soy pastor de ovejas como mis ancestros de Italia, ni plomero o cartero, aunque tengo un poco de fotógrafo con gusto por lo documental. Mi manera de transmitir valores, los mismos que aprendí en el seno familiar, es a través de la literatura. Es parte de todo esto lo que quería presentarles en realidad, mi arte que nació y creció en las mismas calles que mis familiares. ¿Será que el aire a leyenda que se respira en Parque Chas me fue nutriendo desde las raíces hasta la copa que aún no he podido alcanzar? Al final de este texto quiero dejarles mi andar, mis pasos en las letras, para que puedan conocer un poco más de mi obra, pero no podía dejar de contar mi historia, que sin que nadie lo imaginara empezó hace mucho cuando mi bisabuelo se vino para acá. Su sueño de un futuro mejor es mi sueño de un futuro mejor, el mismo que anhelo para mi hija y para los que vendrán. Pero no me quiero ir sin decirles qué aprendí en Parque Chas.
Primero que hay lugares en el mundo son un refugio seguro al que podemos volver cada vez que nos haga falta, como después de la muerte de mi primer hijo, José, que lo primero que hice fue abrigarme al cobijo de la casa Panzitta.
Segundo, que las cosas simples son las más valiosas: los tallarines en familia, los mates con los abuelos, saludar a los vecinos como si fueran parientes; digamos que en Parque Chas se respira sencillez, cordialidad y algo de tradición. Todos nos conocemos entre sí. Quizás peco de desactualizado, pero antes, cuando uno quería decir “voy a la verdulería” decía “voy de Antonio” y no hacía falta aclarar. Ir al almacén era “ir a lo de Daniel” (y antes que él estuviera era “lo de Ramón”). Ir a lo del gallego era ir al puesto de diarios, y así podría seguir.
Tercero, aprendí que es posible vivir en un lugar seguro, sencillo, tranquilo; que aún conserva casas bajas, poco smog y mucho para enseñar al mundo. Es posible criar a nuestros hijos en un barrio para todos, desde los más pequeños a los más ancianos.
Habiéndome extendido por demás, les dejo mi granito de arena, mi blog, mi arte, mis letras. Me voy, no sin antes decirte que tengo la sensación que en medio de la city porteña, Parque Chas es un diamante que puede seguir levantando brillo para el resto de la ciudad. Sigamos construyendo juntos este hermoso barrio.
Si te interesa mi trabajo podés entrar en https://alvaropanzitta.wixsite.com/oficialweb
Hasta la próxima vez.