Hace 90 años se inauguraba el Cine Familiar Parque Chas
Una crónica de la historia del cine a través del testimonio del hijo de Marcelo Chahinian, constructor y fundador de la sala abierta durante el año 1929 del siglo pasado y que disfrutaron los primeros habitantes del barrio.
«El cine era un lugar donde la gente entraba y soñaba por un par de horas»
«Mi nombre es Baltasar Chahinian, mi padre era Marcelo Chahinian, fundador del Cine Parque Chas. Él era un inmigrante armenio que llegó al país alrededor del año 1923. Con mi abuelo tenía un negocio de cueros y zapatería, pero eran tiempos difíciles y ellos eran muy considerados entonces en su negocio daban mucho crédito. Vieron en el cine un negocio donde no era necesario dar crédito, pelear con proveedores y demás y así fue como se inclinaron por ese rubro.
En aquella época me imagino yo que habría sido más caro construir en el centro que en Villa Urquiza, por otra parte en esta zona casi no habían cines así que era desde el punto de vista comercial una buena inversión. Además él se identificó muy rápido con la gente. Tal es así que cuando yo tenía 8 años ya nos habíamos mudado a la esquina de Triunvirato y Pampa (entonces Victorica) así que estaba a mitad de camino del Parque Chas y del Cine Teatro 25 de Mayo y podía ir a los dos caminando. Le gustaba eso de estar presente en el cine, de ser un icono más.
Construyeron con mi abuelo el cine Parque Chas, en una zona prácticamente de terrenos baldíos, pero el cine se volvió rápidamente muy popular. Sobre todo en el año 29 cuando se produjo la gran crisis. El cine era un lugar donde la gente entraba y soñaba por un par de horas. En aquel tiempo se daban 3 películas de tarde y 3 de noche, así que algunos se quedaban por horas porque la entrada la era muy accesible. El cine tenía más de 1000 localidades. Estaba hecho en el estilo Art decó, que estaba en boga en los años 20 y 30.
El carácter de mi padre era muy tolerante, tenía mucha paciencia, casi infinita. Tenía otra cualidad que era muy importante en un cinematografista que era la de querer al público, de encantarle la gente, de conversar con ellos y hasta de resolver sus problemas. Estamos hablando de otros tiempos donde la gente tenía más tiempo que ahora y más conexión humana…
Existía una actividad social especial dentro del cine. Era un lugar de reunión, donde se encontraban muchas personas. Casi como una iglesia en ese sentido. Era una salida obligada porque no había otros espectáculos como la televisión y el video que existen hoy en día. La gente venía de lejos para llegar al cine, de acuerdo la película, por supuesto. No se preocupan a veces ni de mirar la cartelera, llamaban directamente para saber qué películas había y con qué actores, eso era muy importante.
Con los años mi padre se transformó en un referente del cine local. La experiencia que fue ganando en el manejo del negocio, le permitió expandirse hacia otros cines de la zona. Tuvo participación en los cines 25 de mayo, 9 de julio, Edén y América. Tuvo muchos cines… También construyo el Grand Bourg en sociedad con otros 5 empresarios. Ése fue uno de los cines más grandes de Buenos Aires y del mundo en aquella época, porque tenía 2100 localidades.
Tengo tantos recuerdos de éstos cines, pero todos principalmente a través del recuerdo de mi padre. Su imagen fumando un habano… Todos los que lo conocieron tienen ese recuerdo de él. Muchos chicos, que ahora son grandes, como yo o mayores aún, me recuerdan que le decía: “¿Don Marcelo me deja pasar?” Y él les palmeaba la espalda y les decía: “Pasa, pasa…”
Algunos datos
El «ANUARIOCINE» de 1943, daba cuenta que el Cine Familiar Parque Chas tenía capacidad para 1.167 localidades.
Plateas 694, Pullman 189, tertulia 260 y 24 palcos. Contaba con un escenario de 10 x 13 metros, calefacción y sonido RCA.
Dos grandes directores de cine argentino conocieron en su niñez el Cine Parque Chas; nos referimos a Eduardo Mignogna y Adolfo Aristarain.
Por cuestiones económicas, desde la década del 60 el «biógrafo» del barrio se transformó en un garage.
El «Cine Familiar Parque Chas» pasó a ser la atracción obligada de los chicos que los días lunes se amontonaban en la puerta para ver unas cuantas películas por solo 20 centavos. Ya no dependían tanto de los cines de Villa Urquiza, como el «Tachito» o el «25 de Mayo», aunque en este último no se perdían nunca los desfiles de comparsas en Carnaval, aunque sea desde la calle.
«El acomodador nos daba los volantes de propaganda para repartir por el barrio, y a cambio nos dejaba entrar gratis al cine. Nos vigilaba para que no tiráramos más de un volante por casa. Cuando llegábamos al cine, la función empezaba y él no estaba. A veces teníamos que esperar una hora hasta que aparecía y nos dejaba entrar», relató alguna vez Ernesto Piaggio, presidente del Club El Trébol.
El vecino Aldo Angrigiani así recuerda al Cine Familiar Parque Chas
«Por la década del 40, el cine proyectaba por la tarde los días de semana, cuatro películas. Eran más cortas que las actuales, duraban si mal no recuerdo, poco duraban más de 60 minutos. La sección tarde comenzaba poco después de las 14 horas y terminaba alrededor de las 19.Si mi memoria me es fiel habían sólo dos secciones: tarde y noche y posteriormente se agregó la seccion vermouth.
Tenían mis preferencias películas cómicas como las de Abbot y Costello, Laurel y Hardy (el «gordo» y el «flaco»), de Bob Hope (que con Bing Crosby y Dorothy Lamour filmaron varios «Caminos a ……), o las de ficción como las de Flash Gordon que, con su hoy hilarante aparato espacial, desafiaba al tirano Ming del planeta Mongo o a King Kong destrozando pequeños aviones, subido en un rascacielo, mientras tenía en una mano a la bella Ann (creo que así se llamaba). A veces se proyectaban, un día de la semana, parte de una película de suspenso que continuaba el mismo día de la semana próxima.
Pero un párrafo aparte merece el techo corredizo que servía de ventilación al cine. Alguna vez un chaparrón imprevisto provocó una corrida en la platea, que era la zona arriba de la cual estaba el techo mencionado.»
Fuentes: Archivo Parquechasweb y de Selva Berneri y Adrián Frachia (productores del proyecto documental sobre el Cine Teatro 25 de Mayo)