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Cómo recordar el 2 de abril


 

A 30 años del desembarco en Malvinas, desde ParqueChasWeb tratamos de reflexionar sobre qué sentido se le da a esta fecha. Edgardo Esteban, ex combatiente, y autor del libro Iluminados por el fuego, y dos vecinos de Parque Chas nos dejan sus testimonios.

 

 

«Hemos recuperado salvaguardando el honor nacional, sin rencores, pero con la firmeza que las circunstancias exigen, las Islas Australes que integran por legítimo derecho el patrimonio nacional.

El pueblo quiere saber de que se trata, las circunstancias hacen que ejerza la Primera Magistratura del país, como Presidente de la Nación, representando a todos ustedes…

Acá están reunidos obreros, empresarios, intelectuales, todos los órdenes de la vida nacional, en unión nacional en procura del bienestar del país y su dignidad. Que sepa el mundo, América, que un pueblo con voluntad decidida como el Pueblo Argentino: Si quieren venir que vengan les presentaremos batalla»·


Hoy se cumplen 30 años, desde que el presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri pronunciara estas palabras desde el balcón de la Casa Rosada.

 

Una Plaza de Mayo colmada, vitoreaba las palabras del general delirante tres días después que en el mismo escenario se reprimiera una marcha de trabajadores, cuando una multitud se movilizó en las calles, tras la consigna: “Paz, pan y trabajo”.

 

Aquel 2 de abril, yo cursaba cuarto año del secundario y recuerdo con escozor aquella mañana fría en que nos hicieron formar en el patio de la escuela para que el cura párroco nos anunciara que ese era un día histórico porque se había desembarcado en Malvinas con el objetivo de desagraviar largos años de colonialismo en aquellas “hermanitas perdidas”. El paso siguiente fue cantar a viva voz el himno nacional y el himno a Malvinas.

 

También recuerdo que a partir de entonces,  nuestro colegio participó a brazo partido  en el acopio de ropa y comida para enviar a nuestros combatientes.

 

Por esos días, el gran aparato mediático trasplantó a nuestros discursos y sentimientos los eslóganes “Estamos Ganando” y “Argentinos a vencer”. Parafraseando la letra de una canción de la Bersuit Vergarabat, la Argentinidad estaba al palo.

 

En esta tarea de pensar el aniversario 30 de aquella guerra loca, me viene la imagen de estar en la cocina de casa viendo la tele con mi viejo, y descifrar en su rostro que algo malo iba a pasar cuando los ingleses desembarcaron en las islas.

 

Después pasó lo que pasó, y luego la sucesión de datos y verdades que fueron saliendo a la luz en todos estos años: El fraude del Fondo Patriótico, las torturas a los soldados por parte de sus superiores, el estado deplorable del armamento…

 

A quién le caben dudas hoy, que este delirio de guerra al que se embarcó al país un de 2 abril de 1982, fue el manotazo de ahogado de una dictadura genocida que se derrumbaba. Esa misma dictadura que aplicó el terrorismo de estado durante siete años, haciendo desaparecer a miles de argentinos, mandó al muere a miles de soldados de 18 años mal instruidos y mal equipados.

 

En este Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinas, no se celebra una decisión trasnochada, como lo fue aquella guerra innecesaria.

 

Hoy debemos rendirles honor a los soldados caídos en combate, y a los más de cuatrocientos que se suicidaron. Y un reconocimiento también para el valor demostrado por los pilotos de la Fuerza Área, que hicieron su bautismo de guerra. Ellos estaban preparados y juramentados a dejar su vida, por elección.

 

Malvinas es una herida que no cierra y sangra todavía. Malvinas si ó sí debe tener una solución pacífica, como el reclamo de soberanía que hoy está encarando el gobierno nacional.

 

Para recordar este día, ParqueChasWeb recogió el testimonio del ex combatiente y hoy periodista Edgardo Esteban, autor del libro “Iluminados por el Fuego”

 

– Edgardo, ¿dónde estabas cuando te convocaron para ir a combatir a Malvinas?

– Estaba de liciencia esperando irme de baja. La que me avisó fue mi mamá, que me despertó para darme la noticia. Me preguntó cuántas madres de soldados irían a la Plaza de Mayo para aclamar el inicio de la guerra, con todo lo que ello implicaba.

– ¿Habías escuchado rumores del inicio del desembarco o te agarró de sorpresa?

– En Córdoba, dónde yo hice el servicio militar no notamos ningún movimiento extraño de traslado de armamento, no hubo señales. Después todo fue muy abrupto.

– A 30 años del inicio de la guerra, ¿cuál es tu reflexión?

– Se plantea un paradigma. Por un lado, el debate interno de lo que fue la conducción militar y lo que significó la derrota. Y por otro lado la humanización de la guerra y las consecuencias que determinaron que haya más muertes por suicidios que muertes por combate. Un pos Malvinas que fue muy dura, tan difícil o cruel como la propia guerra.

– ¿Cómo ves la gestión diplomática que está llevando adelante el Gobierno Nacional?

– La construcción de la mirada hacia afuera desde la paz como único camino posible para que la Argentina vuelva a negociar y que los británicos se sienten a negociar. Desde esa perspectiva, es más intenso el recuerdo porque como a diferencia de otros años, este 2 de abril no va a quedar en el anecdotario.
Por todo eso estoy de acuerdo la política que está llevando adelante la presidenta.

– ¿Qué opinás del pedido de reconocimiento que están haciendo los soldados de reserva que no llegaron a estar en el campo de batalla?

– No es lo mismo un soldado que estuvo bajo las bombas, que el que no estuvo o ni siquiera fue convocado. No tienen derecho a lucrar con Malvinas.

– ¿Qué significado tenían para vos las Islas Malvinas hasta ese momento?

– Tenía la misma mirada idealista que muchos argentinos y esa ilusión de estar allá era algo impensado.
No creo que sea la guerra la forma de recuperar Malvinas. Hay que apostar por la vida. Tengo hijos de la misma edad que yo cuando me tocó ir a combatir al sur. Jamás los alentaría a que fueran a una guerra.

Los días finales fueron muy duros cuando caían bombas de todos lados. Uno sentía que eran los últimos finales en esta vida.

Pero yo siempre fui optimista y agradezco a la vida haber podido volver para contarlo y recordar los que murieron en Malvinas y a los que no soportaron la indiferencia y la marginación y se terminaron quitando la vida.

Dos vecinos de Parque Chas así recuerdan este día y nos dejan sus testimonios:

 

«2 de abril de 1982. Boulogne. Provincia de Buenos Aires. El miércoles anterior habíamos compartido un asado para cerrar el trabajo de instrucción. Sin embargo, en la madrugada del 2, nos levantó un subtentiente formoseño de 21 años, al grito de Recuperamos las Malvinas carajo! De fondo se escuchaba una radio. Todos al pie de sus camas. Dormidos y en calzoncillos, no entendíamos que pasaba. Nos relató brevemente lo que estaba sucediendo, que era un día histórico. Cantamos el Himno Nacional. Todo era algarabía y festejo para la mayoría, ya que teníamos incorporado desde chicos que «las Malvinas son argentinas». Con el correr de las horas, nos dieron la letra del Himno de Malvinas. El único que lo conocía era yo porque me lo habían enseñado en la escuela. Y ahí empezamos «Tras su manto de neblinas…» Hasta que los 100 la aprendiéramos. Eran actos para reivindicar la gesta. Mientras tanto, hasta ese día JAMAS habíamos disparado un tiro, por falta de presupuesto nos decían. Había pasado casi un mes desde el inicio de la instrucción el 4 de marzo. Ahí apareció el material, fuimos a practicar al Tiro Federal, con FAL, con FAP, con pistolas, con ametralladoras, con PAN 1, PAN 2. Los FAL estaban oxidados, con la mira torcida, con los cargadores falseados. A pesar de estar en guerra, no terminaron los «bailes» ni soldados estaqueados por querer desertar. Y nos hacían marchar cantando «que vamos a matar a todos los judíos y comunistas». Reconozco que este mismo subteniente que nos hizo levantar, era uno de los pocos oficiales que querían ir a la Guerra y no tenía miedo por ello. El resto, salvo excepciones, eran muy pocos. Como el Sargento Pérez, fana de San Lorenzo, que formó parte del grupo de élite y bajó 40 kilos en su participación en las Islas. Mi viejo es hipertenso desde aquél entonces. No fui a combatir. Ver las fotos de los que allí estaban, vestidos de verde igual que yo, hacía que mi alma se transportara y sintiera el peligro de estar allí con la pésima preparación que teníamos. Por eso, HEROES son los SOLDADOS que estuvieron allí. Ellos sí lo fueron.»

Néstor Centra, periodista. Integra el equipo de La Oral Deportiva, en ESPN-Radio Rivadavia

 

El General Balza dijo que la Guerra de Malvinas fue una guerra justa en manos bastardas. Me parece una buena definición. Sobre todo por la primera parte «una causa justa”. Malvinas es un territorio usurpado con la paradoja de que sus habitantes descienden o están de acuerdo con los usurpadores; el imperio británico.

La guerra fue apoyada por vastos sectores del pueblo argentino. La memoria y la formación escolar empujaban a una dictadura «pro occidental» a pelear nada menos que contra la OTAN. Era increíble. El mismo estado terrorista que secuestraba militantes anti imperialistas estaba enfrentando con las armas en la mano al propio Imperio. ¿Qué hubiera pasado si se vencía? La opción para la Junta Militar era dramática: Había que cambiar de bando. Fidel, los Sandinistas, toda América Latina estaba detrás de los soldaditos argentinos que resistían a pesar de todo a un ejército profesional y apoyado logísticamente por los EE.UU.

No se podía ganar esa guerra. El resultado hubiese hecho saltar por el aire el tablero geopolítico internacional. Por eso la tragedia de los conscriptos. Por eso el mal trato, el abandono, el desprecio.

Malvinas es un territorio americano. Sud América es una Nación inconclusa, por lo tanto, sólo la unión que alguna vez soñaron los libertadores nos podrá devolver los territorios usurpados.

Si alguna vez fue un problema militar hoy es un problema político. Si alguna vez estuvo en manos de los generales genocidas ahora debe ser puesto en discusión por toda la sociedad argentina democrática.

Las Malvinas volverán a ser argentinas cuando Sud América vuelva a ser una Nación. Sólo así podrán ser recuperadas para el continente.

Leonardo Killian, historiador

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