Buenos Aires busca reordenar sus barrios con el nuevo Código Urbanístico
El proyecto presentado en la Legislatura porteña propone limitar la altura de las construcciones en los barrios residenciales, priorizando la identidad barrial y fomentando el desarrollo sostenible en zonas estratégicas de la Ciudad.
El jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Macri, presentó en la Legislatura porteña un nuevo proyecto para actualizar el Código Urbanístico de Buenos Aires. La propuesta busca, principalmente, frenar la construcción de edificios en los barrios residenciales.
El Código Urbanístico establece cómo se deben distribuir los terrenos y edificios en la ciudad, tanto en espacios públicos como privados. Asimismo, define para qué se puede usar cada zona y cuáles son las obligaciones de quienes construyen. Todo esto se organiza teniendo en cuenta el ambiente y la estructura general de la ciudad.
El pasado 21 de agosto, la iniciativa ingresó a la Legislatura local y comenzó a ser debatida en la Comisión de Planeamiento Urbano. En esa reunión, vecinos, diputados y el secretario de Desarrollo Urbano, Álvaro García Resta, analizaron la idea, que, entre otras cosas, busca impulsar el desarrollo del sur de la Ciudad.
Además, la propuesta pretende modificar algunos puntos del Código Urbanístico actual, vigente desde 2018. «El código que tenemos hoy es una mezcla de enmiendas al de 1977, que se centraba en el desarrollo de autopistas y en alejar a las industrias contaminantes. Esto va en contra de la visión actual, que prioriza el transporte público sobre el privado», explicó Fernando Murillo, doctor en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad de Buenos Aires, en diálogo con El Auditor.info.
Puntos destacados de la actualización
Entre los puntos clave del texto, que por ley debe actualizarse cada cuatro años, se establece la prohibición de construir edificios en barrios residenciales que no respeten la esencia de cada manzana. Por lo tanto, las alturas se ajustarán para priorizar la escala de los barrios y proteger la identidad de cada zona. Sin embargo, en las avenidas sí se permitirán grandes desarrollos.
En este sentido, el especialista explicó que “el nuevo código propone la incorporación de criterios de sostenibilidad, los cuales influyen principalmente en las políticas de obras públicas. Entre los aspectos destacados, se encuentra la promoción del transporte público sobre el privado, el impulso del desarrollo de la zona sur como área estratégica, y la densificación de barrios que cuentan con la infraestructura necesaria, enmarcados en el concepto de la ‘ciudad de los 15 minutos’”.
Ciudad sustentable
El proyecto también tiene como objetivo fomentar la sostenibilidad urbana y mejorar la calidad del entorno construido. Para lograrlo, las nuevas construcciones deberán ser más permeables, permitiendo así una mejor entrada de aire y luz solar.
Según el arquitecto, “desde la escala urbanística, es crucial incentivar políticas de espacios públicos que se basen en soluciones naturales, materializadas en infraestructuras verdes y azules”. Estas estrategias ayudan a mitigar el efecto de isla de calor y facilitan la adaptación a los impactos del cambio climático.
El experto en urbanismo destacó la necesidad de una reforma en el código de construcción y subrayó que “la utilización de materiales y técnicas constructivas que promuevan la eficiencia energética es fundamental”. Murillo destacó que la arquitectura bioclimática, que aprovecha recursos pasivos como el sol y la ventilación natural, junto con tecnologías activas como los paneles solares, es fundamental para lograr estos objetivos.
En relación con la adopción de prácticas más ecológicas por parte de la población, el entrevistado sugirió el uso de “techos verdes y otras soluciones de refrescamiento que reduzcan el consumo energético asociado al aire acondicionado”.
Rol del Estado y la gentrificación
El Estado -según Murillo- debe planificar la ciudad de manera integral, interviniendo en el mercado inmobiliario para asegurar la oferta de vivienda para sectores medios, medios-bajos y bajos. En consecuencia, la presencia de grandes desarrollos en zonas con infraestructura adecuada eleva el costo de alojamiento en toda la ciudad.
Para lograr una oferta de vivienda asequible, el Estado debe no solo regular los desarrollos inmobiliarios, sino también fomentar condiciones que permitan el acceso a vivienda para diversos sectores económicos. “La planificación urbana debe integrar estos aspectos para evitar el encarecimiento generalizado del alojamiento”, completó.
El proyecto también busca promover el desarrollo de centros comerciales barriales y fomentar la expansión en la zona sur, mediante un sistema de incentivos dirigido a la construcción en esos barrios.
«El riesgo de gentrificación en algunos barrios de la zona sur plantea señales de alerta sobre posibles conflictos sociales, relacionados con el aumento general del costo de vida y los alquileres para los residentes”, advirtió Murillo.
A su vez, con la creciente escasez de terrenos, se prevé una mayor construcción de edificios en altura, una tendencia rechazada de manera enfática por organizaciones vecinales en diversos barrios. En este contexto, Murillo afirmó que «la creación de un nuevo código no tiene como objetivo principal alojar a más personas, sino mejorar las condiciones para quienes ya residen en la zona».
Según el Censo 2022 del INDEC, la población de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es de aproximadamente 3.120.000 personas. “Considerando que la demografía de la ciudad se mantuvo relativamente constante desde hace varias décadas, aumentar significativamente la construcción puede justificarse como una forma de recuperar a las personas que se mudaron al área metropolitana”, completó el urbanista.
¿Renovación urbana?
Por otro lado, Murillo planteó que la renovación urbana puede no responder tanto a lo que quiere el ciudadano promedio, sino a los deseos de los líderes de la ciudad.
«Estas personas no solo buscan modernizar la ciudad dentro de los límites históricos, sino también aumentar la construcción y permitir viviendas más amplias para sectores más acomodados. Este enfoque podría atraer a residentes con mayores recursos y elevar la oferta de propiedades. No obstante, algunos estudios revelan que alrededor del 15% de las viviendas están vacías, lo que genera dudas sobre la necesidad de nuevas construcciones», explicó el abogado.
Identidad barrial
El proyecto establece que en los barrios residenciales no se permitirá la construcción de edificios que alteren la esencia de cada manzana. Las alturas de los nuevos edificios se ajustarán para mantener la escala de los barrios y preservar la identidad de cada área.
«Hay elementos de densificación que, aunque están diseñados para minimizar el impacto morfológico al limitar la construcción a volúmenes más compactos y alturas uniformes en lugar de torres aisladas como en los códigos anteriores, provocarán cambios en la identidad de los barrios. Esto resultará en la expulsión de residentes históricos, que serán reemplazados por nuevos habitantes», manifestó Fernando Murillo.
Fuente consultada: ElAuditor.info