Atacaron locales de Nuevo Encuentro en Villa Crespo y Palermo
Otra vez la violencia política. Tres locales políticos de ese espacio fueron atacados la semana pasada en simultáneo en la Ciudad de Buenos Aires. Los mismos aparecieron vandalizados con vidrios rotos, marquesinas destrozadas y pintadas con amenazas por el posicionamiento político de la fuerza a favor del aborto seguro, legal y gratuito.
«Ya nos balearon en 2016 y ese hecho sigue impune. Ahora nos amenazan por defender la libertad de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Esta es la verdadera cara de quienes se esconden detrás del discurso pro-vida: violenta y machista», manifestó Andrea Conde, legisladora porteña y secretaria del partido en la Ciudad.
Nuevo Encuentro es una fuerza política destacada por brindar consejerías de aborto seguro con misoprostol en sus locales porteños desde el año 2013. Estas consejerías consisten en brindar información segura a mujeres que piensan en abortar como una opción. Dicha información es la misma que difunde la Organización Mundial de la Salud (OMS). El misoprostol es una herramienta central para pensar al aborto seguro en clave nacional y popular: democratiza el aborto porque permite el acceso de los sectores más vulnerados de nuestra sociedad a abortos seguros, desplazando prácticas inseguras e invasivas.
No es la primera vez que Nuevo Encuentro recibe ataques de este tipo. Hace dos años, dispararon con balas de plomo durante la inauguración del local ubicado en Padilla al 800 y ese hecho continúa impune a pesar de que el agresor fue identificado. Alejandro Sidero, un vecino en desacuerdo con la línea política, disparó seis balazos en el festejo de la inauguración, al que acudieron cientos de personas, hiriendo a dos.
Comunicado de Nuevo Encuentro: “Militamos porque queremos y creemos. No porque las élites nos dejen”
En la última semana, varios locales de Nuevo Encuentro -en el conurbano y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- fueron escrachados con consignas y amenazas en contra del proyecto de ley de legalización del aborto, que está siendo debatido en el Congreso y que tenemos el orgullo de impulsar. El reflujo autoritario no es aislado, ni fruto de algún grupo marginal o inorgánico; se enmarca en un continuo de agresiones contra la militancia y las organizaciones populares que se multiplicaron desde la llegada de Mauricio Macri al Gobierno nacional. Disparos contra militantes; pintadas, incendios y roturas de locales partidarios; amenazas y escraches contra quienes reclaman y critican; represión a manifestantes; extorsión y difamación a sindicalistas y organizaciones gremiales; cercenamiento de la libertad de expresión; prisión injusta y persecución mediática y judicial a exfuncionaries y dirigentes populares y hasta el asesinato u hostigamiento hasta la muerte de jóvenes militantes como Rafael Nahuel o Santiago Maldonado. Todo eso y mucho más logró Cambiemos en menos de tres años de control del Estado para impedir la resistencia al proceso de saqueo, negociados y consagración de la desigualdad emprendido por las élites el 10 de diciembre de 2015.
El debate por la legalización del aborto no es un hecho tangencial ni separado de la confrontación entre quienes queremos una Argentina con inclusión y equidad y quienes abogan por mayores privilegios y desigualdad social. El derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos fue sistemáticamente negado por los mismos sectores que favorecen al capital concentrado, especulativo y saqueador de bolsillos laburantes y recursos nacionales. Una Argentina plena de derechos para todes, con mayor participación y debate democrático, con aceptación y respeto al disenso, con reglas claras e igualitarias que favorezcan la posibilidad de que nadie quede a la intemperie ni privade de oportunidades que otres tienen, es el modelo de país que desprecian y van a combatir quienes tienen lo que no les corresponde. Entre ellos y ellas, quienes se creen dueños y dueñas de la potestad de decidir sobre los cuerpos y los destinos de las mujeres, travestis, lesbianas y trans, y en consecuencia agreden y persiguen a quienes militamos la ampliación de derechos.
Lejos de su deseo, cada agresión, cada insulto, cada escrache, cada amenaza de les antiderechos nos impulsa a más; a más militancia, a más resistencia, a más compromiso, a más esfuerzo. No peleamos porque las élites nos dejan. No habitamos con cuerpos y palabras las calles, los locales, las plazas, las universidades, las bancas en consejos deliberantes, legislaturas o el Congreso porque los poderosos y sus cómplices nos lo permiten. Lo hacemos a pesar de ellos y ellas, lo hicimos y lo haremos porque subsiste la injusticia, porque queremos y creemos, porque heredamos, sembramos, gestamos y multiplicamos el sueño de una Patria para todos, todas, todes. Aunque les pese.