Alarma por falta de controles en carnicerías porteñas
Un informe de la Auditoría General de la Ciudad (AGCBA) detalla que de 2013 a 2014 aumentaron a más del doble los casos de Síndrome Urémico Hemolítico y un 35% provino de este tipo de locales.
A principios de mayo de este año, la Auditoría General de la Ciudad (AGCBA) reveló que en febrero de 2015 “se suspendieron los controles” que buscaban, en carnicerías, bacterias que puedan causar enfermedades transmitidas por alimentos y calificó esa situación como “alarmante”. El informe también detalla que durante el mismo año no se pudo verificar la efectiva ausencia de gluten en los alimentos que dicen estar libres de esas proteínas. Algo similar ocurrió con las grasas trans y el sodio.
El dato completa un panorama crítico si se tiene en cuenta que el informe Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) 2008-2015 señaló que “en 2014 aumentaron a más del doble los casos investigados -en comparación con 2013- y el 35% fue por productos comprados en carnicerías”.
La Dirección General de Higiene y Seguridad Alimentaria de la Ciudad, que depende de la Agencia Gubernamental de Control, tiene entre sus funciones intervenir en el control higiénico y sanitario de todos los establecimientos porteños y analizar las materias primas y productos que circulen, se vendan o se almacenen en el mismo distrito.
El trabajo aprobado en 2018 por la Auditoría porteña detalla que “el auditado pudo cumplir en forma parcial con las misiones asignadas por falta de planificación para mantener operativos los equipos que toman muestras”.
En su descargo, en relación a los controles a carnicerías, la Dirección señaló que “en 2017 se estaban cumpliento según las metas planificadas”.
Estas inspecciones forman parte del Plan de Monitoreo Anual que se realiza para vigilar las posibles fuentes de Enfermedades de Trasmisión por Alimentos, que “en el año 2015 fue subejecutado”.
En el control de los alimentos libres de gluten, por ejemplo, “en 31 de las 49 muestras no se verificó dicha ausencia por falta de insumos” indicó la AGCBA. Recién en junio de 2015, con fondos de la caja chica, se adquirió el equipamiento y durante 2017 el auditado afirmó haber cumplido 100% con la meta.
Por otro lado, “no se hicieron análisis de grasas trans en todo el 2015 por no poder usar el equipo adecuado” indicó el organismo de control. Lo mismo pasó con la verificación de adición de hierro y otras vitaminas.
En cuanto a la vigilancia del cumplimiento de la Ley de reducción de sodio, los auditores detectaron que “se tomó muestra de solo el 27% de lo planificado y que de ella solo se evaluó el 41% por problemas con el funcionamiento de la aparatología y la disponibilidad de los insumos”.
Es que al instrumento utilizado para el análisis de sodio, el espectrofotómetro de absorción atómica, se le realizó un service en septiembre de 2015 y, una vez reparado, “dejó de funcionar por problemas de tensión eléctrica”. Adquirido el estabilizador, la reparación del artefacto “todavía está en proceso”.
Del análisis de la documentación que realizó la AGCBA surgen varios informes y solicitudes de “pedidos de actualización y mantenimiento técnico del equipamiento necesario para cumplir los objetivos de la Dirección”. El auditado confirmó que “durante el 2017 se contrataron las calibraciones pendientes con un fondo de caja chica especial”.
En cuanto a los relevamientos preventivos que realiza el auditado, que no tienen caracter punitivo y que son solo para proponer mejores prácticas de manipulación de alimentos, la Auditoría señaló que “no se hicieron en escuelas públicas” ya que “dependían de la empresa que proveía los alimentos”.
En este sentido, los auditores recomendaron “hacer relevamientos que abarquen un mayor espectro en la Ciudad” a lo que el auditado respondió que “en el 2017 se efectuaron 3010 relevamientos que incluyeron colegios y hospitales públicos”.
Fuente: El Auditor