Afrodescendientes: Tributo a una heroína de las guerras de la independencia
María Remedios del Valle, capitana del Ejército de Manuel Belgrano fue homenajeada por los Ministerios de Educación y Justicia de la Nación.
El viernes 11 de noviembre se realizó un reconocimiento a las comunidades afrodescendientes en Argentina, reivindicando su amplia participación en la construcción nacional. Durante el evento, se descubrió un cuadro con la imagen de María Remedios del Valle quien fue capitana del Ejército de Manuel Belgrano y heroína de las luchas llevadas a cabo por la independencia del país.
Remedios del Valle, fue una combatiente negra que se destacó también por su aguerrido rol para repeler a los británicos durante las Invasiones Inglesas; así como su demostración de valentía en las batallas de Salta y Tucumán junto al creador de la bandera argentina.
El ministro de Educación, profesor Alberto Sileoni, destacó la importancia de las comunidades afrodescendientes en el país siendo “en algún momento el 30% de la población, pero, desgraciadamente eliminada en diversos combates y guerras silenciadas e invisibilizadas en la historia oficial”.
Así mismo, la celebración contó con la participación de varias organizaciones de afrodescendientes y africanos/as del país, investigadores, docentes, estudiantes, organizaciones de derechos humanos y otros sectores de la sociedad civil. Tras las intervenciones de las autoridades presentes, se reconoció simbólicamente la figura de la Madre de la Patria a través de la pintura realizado para tal oportunidad por la artista plástica afrodescendiente María Gabriela Pérez Cándido. Esto marca un hecho muy importante en cuanto a la recuperación de la visibilidad de la afroargentinidad.
La ceremonia concluyó con la actuación de músicos que integran el Movimiento Afrocultural.
La Madre de la Patria es una Mujer Negra
Por Alberto Crocce*
En 1827 gobernaba Rivadavia y su visión se reducía a Buenos Aires, su embellecimiento y los negocios que la especulación de la bolsa de Londres inflaba fabulando con nuestras tierras feraces y nuestras minas donde el oro se barría con la escoba. Buenos Aires se fascinaba con esos proyectos rosados de prestigio y riqueza, soñando con un futuro europeo. Pero no todo Buenos Aires.
Ambulaba una negra pidiendo limosna en las iglesias. Una negra ya vieja, con cicatrices visibles y que desvariaba un poco. Se hacía llamar “La Capitana” y decía que sus heridas, de balas, de lanzas y hasta de azotes las había recibido “cuando de verdad se peleaba por la Patria”.
Una tarde, el General Viamonte, héroe de la independencia, que había peleado junto a Belgrano en la campaña del alto Perú se la encuentra; se dice en los arcos de la vieja recova. Pese a ser ya vieja, más vieja por sufrimientos que por edad, Viamonte creyó reconocerla y le pregunta su nombre.
“María Remedios del Valle” le responde la andrajosa negra.
¡Pero si es la Madre de la Patria!, exclama asombrado.
Aquella “Loca”, para los que comían todos los días y dormían en una casa, aquella negra andrajosa a la que con unas pequeñas monedas se la podía borrar y continuar por el camino blanco de la virtud ciudadana tenía méritos suficientes para ser llamada “La Madre de la Patria” y compartir unas décadas después la paternidad de José de San Martín, al que con más suerte se lo llamó “El padre”.
Se sabe que en 1807 actuó en la defensa de Buenos Aires contra los invasores ingleses como auxiliar en el cuerpo de Andaluces.
Luego se incorporó, junto a su familia, esposo y dos hijos que allí quedaron para siempre, al ejército que el mando de Belgrano fue al Alto Perú.
Allí sufrió derrotas, tuvo una heroica actuación en Ayohuma, donde combatió fusil en mano y fue herida, cayó prisionera; estuvo en el éxodo jujeño y cuando el ejército de Belgrano esperó al enemigo en Tucumán, pidió estar en primera línea para atender a los heridos. Belgrano no se lo permitió pero ella se filtró y estuvo donde quiso. Desde ese momento los soldados comenzaron a llamarla “La Madre de la Patria” y Belgrano la nombró Capitana.
Viamonte pidió que se le reconocieran los servicios, cosa que finalmente se hizo pero nunca recibió los auxilios económicos que tan notoriamente necesitara.
Se sabe que Rosas la vuelven a incorporar al ejército y su muerte se pierde en el anonimato de la pobreza.
Olvidada por la historia oficial, tal vez por su doble calidad de mujer y negra, por estos días, cuando se habla de tantas mujeres heroicas en todo el mundo, bien vale rescatar del ostracismo a esta mujer a quien los soldados de Belgrano bautizaran como “La Madre de la Patria”.”
Copiamos un texto da la carta que Manuel Rico escribiera sobre ella en un pedido de auxilio a la Madre de la Patria:
“Doña María Remedios del Valle, capitana del Ejército, a V. S. debidamente expone:
Que desde el primer grito de la Revolución tiene el honor de haber sostenido la justa causa de la Independencia, de una de aquellas maneras que suelen servir de admiración a la Historia de los Pueblos.
Si Señor Inspector, aunque aparezca envanecida presuntuosamente la que representa, ella no exagera a la Patria sus servicios, sino a que se refiere con su acostumbrado natural carácter lo que ha padecido por contribuir al logro de la independencia de su patrio suelo que felizmente disfruta.
Si los primeros opresores del suelo americano aún miran con un terror respetuoso los nombres de Caupolicán y Galvarino, los disputadores de nuestros derechos por someternos al estrecho círculo de esclavitud en que nos sumergieron sus padres, quizá recordarán el nombre de la Capitana patriota María de los Remedios para admirar su firmeza de alma, su amor patrio y su obstinación en la salvación y libertad americana; aquellos al hacerlo aún se irritarán de mi constancia y me aplicarían nuevos suplicios, pero no inventarían el del olvido para hacerme expirar de hambre como lo ha hecho conmigo el Pueblo por quien tanto he padecido.
Y ¿con quién lo hace?; con quien por alimentar a los jefes, oficiales y tropa que se hallaban prisioneros por los realistas, por conservarlos, aliviarlos y aún proporcionarles la fuga a muchos, fue sentenciada por los caudillos enemigos Pezuela, Ramírez y Tacón, a ser azotada públicamente por nueve días; con quien, por conducir correspondencia e influir a tomar las armas contra los opresores americanos, y batídose con ellos, ha estado siete veces en capilla; con quien por su arrojo, denuedo y resolución con las armas en la mano, y sin ellas, ha recibido seis heridas de bala, todas graves; con quien ha perdido en campaña, disputando la salvación de su Patria, su hijo propio, otro adoptivo y su esposo!!!; con quien mientras fue útil logró verse enrolada en el Estado Mayor del Ejército Auxiliar del Perú como capitana, con sueldo, según se daba a los demás asistentes y demás consideraciones debida a su empleo.
Ya no es útil y ha quedado abandonada sin subsistencia, sin salud, sin amparo y mendigando. La que representa ha hecho toda la campaña del Alto Perú; ella tiene un derecho a la gratitud argentina, y es ahora que lo reclama por su infelicidad.“
* Director ejecutivo de Fundación SES
(www.fundses.org.ar)