Actividades conmemorativas por los 45 años de la masacre de San Patricio
Los sacerdotes palotinos Alfredo Leaden, Alfredo Kelly, Pedro Duffau, Salvador Barbeito y Emilio Barletti, fueron asesinados el 4 de julio de 1976 por un grupo de tareas de la dictadura militar, en la iglesia ubicada en el barrio porteño de Belgrano. El próximo 4 de julio, se celebrará una misa a las 11.30 en homenaje a los Mártires en la Parroquia San Patricio.
Desde hace un mes, la comunidad palotina en la Argentina comenzó una serie de actividades conmemorativas, al cumplirse 45 años de la ‘Masacre de San Patricio’, en la que fueron asesinados tres sacerdotes y dos seminaristas de esa congragación, en el marco de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura cívico militar.
Para dar inicio a los homenajes, la consultora para la Secretaría General del Sínodo de los obispos que organiza el Vaticano, la hermana jesuitina María Luisa Berzosa brindó una oración invitando a realizar “memoria contemplativa de los cinco” palotinos Alfredo Leaden, Alfredo Kelly, Pedro Duffau, Salvador Barbeito y Emilio Barletti, asesinados el 4 de julio de 1976 a balazos por un grupo de tareas de la dictadura militar, en la iglesia de San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires.
“¿Qué nos dirían ‘los 5’ hoy? 45 años han pasado pero, ¿aún hay causas pendientes por las que vale la pena luchar y dar la vida?”, señaló la hermana Berzosa en un comunicado de prensa, sobre los ejes de su oración.
“Esperamos comenzar este tiempo de conmemoración unidos en oración y trabajando juntos para mantener viva la memoria y testimonio de quienes ‘juntos vivieron y juntos murieron'”, indica la invitación de la comunidad palotina en la Argentina.
La hermana Berzosa nació en Valladolid, España, es miembro de la congregación Hijas de Jesús, y vivió en Buenos Aires entre 1989 y 2003, trabajando en el colegio Hijas de Jesús, ubicado a tres cuadras de la parroquia San Patricio. Desde entonces, tiene un fuerte vínculo con la comunidad palotina en la Argentina, y hace poco más de dos años fue nombrada por el papa Francisco como consultora para la Secretaría General del Sínodo de los obispos que organiza la Santa Sede.
La Comunidad palotina invita a la misa en homenaje a los Mártires Palotinos, que se celebrará el próximo domingo 4 de julio a las 11.30. Participará monseñor Joaquín Sucunza, obispo auxiliar de Buenos Aires.
Se conoce como la masacre de San Patricio al crimen perpetrado por los militares argentinos con el asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos el 4 de julio de 1976, durante la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, ejecutado en la iglesia de San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Los religiosos asesinados fueron los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau, y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. En la iglesia San Silvestro, de la orden de los Palotinos, ubicada en Roma, se colocó una placa en memoria de los cinco religiosos de la orden.
«El suceso narrado coincidió en el tiempo con la recepción de otra carpeta «confidencial» que contenía documentación perteneciente a los Padres Palotinos… el cura párroco Alfredo Leaden y Pedro Duffau y los seminaristas José Emilio Barletti y Salvador Barbeito. Agrega el declarante que entre la actividad ejercida por el Ministerio del Interior, estaba la vigilancia sobre aquellos sacerdotes denominados «tercermundistas» existiendo un archivo de 300 nombres con informaciones detalladas sobre la actividad de cada uno de ellos. En referencia al caso de los Padres Palotinos, el declarante posee en su poder una agenda telefónica de uno de los sacerdotes, que guardó como prueba de que dicha documentación se encontraba en dependencia del Ministerio del Interior en la época de referencia…» (Declaración prestada por el ex oficial de la Policía Federal argentina Peregrino Fernández, entre el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones forzadas en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas con sede en Ginebra).
El Padre Alfredo Leaden, de 57 años, era delegado de la Congregación de los Palotinos Irlandeses; el Padre Pedro Duffau, de 65 años, era profesor; el Padre Alfredo Kelly, de 40 años, era director del Seminario de Cataquesis en Belgrano y profesor en el Colegio de las Esclavas del Santísimo Sacramento; Salvador Barbeito, de 24 años, era seminarista, profesor de filosofía, psicología y catequista además de rector del Colegio San Marón; Emilio Barletti, de 25 años, era seminarista y profesor.
“He tenido una de las más profundas experiencias en la oración. Durante la mañana me di cuenta de la gravedad de la calumnia que está circulando acerca de mí. A lo largo del día he estado percibiendo el peligro en que está mi vida. Por la noche he orado intensamente, al finalizar no he sabido mucho más. Creo sí que he estado más calmo y tranquilo frente a la posibilidad de la muerte. Lloré mucho, pero lloré suplicando al Señor que la riqueza de su gracia que me ha dado para vivir acompañara a aquellos a quienes he tratado de amar, recordé también a los que han recibido gracias a través de mi intercesión, lloré mucho por tener que dejarlos. Nunca he dudado que fue Él quien me concedió la gracia y tampoco que no soy indispensable, aunque tengo mucho que decirles aún, sé que el Espíritu Santo se los dirá… Y mi muerte física será como la de Cristo un instrumento misterioso, el mismo Espíritu irá a algunos de sus hijos, pedí para que fuese a Jorge y a Emilio, para los que me odian, para los que recibieron a través de mí, para el florecimiento de las vocaciones, para crear hombres dentro de la sociedad que sean necesarios, los que Él desea. Me di cuenta entre mis lágrimas de que estoy muy apegado a la vida, que mi vida y mi muerte, su entrega, tiene por designio amoroso de Dios, mucho valor. En resumen: que entrego mi vida, vivo o muerto al Señor, pero que en cuanto pueda tengo que luchar por conservarla. Que seré llamado por el Padre en la hora y modo que Él quiera y no cuando yo u otros lo quieran. Ahora, justo en este momento estoy indiferente, me siento feliz de una manera indescriptible. Ojalá que esto sea leído, servirá para que otros descubran también la riqueza del amor de Cristo y se comprometan con Él y sus hermanos, cuando Él quiera que se lea. No pertenezco ya a mi mismo porque he descubierto a quien estoy obligado a pertenecer. Gracias Señor”. (1ª de julio de 1976)