ENTREVISTA A ANIBAL IBARRA
"Mi objetivo es mejorar la calidad
institucional de la Ciudad"
El 7 de marzo se cumplió un año de su destitución
como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por los hechos
ocurridos en la tragedia de Cromañon.
Sobre este tema opinó que "la política cruzó
un límite peligroso".
Se postulará como candidato a legislador porteño por
el espacio "Diálogo por Buenos Aires" que apoya
la candidatura de Daniel Filmus en las próximas elecciones
del 3 de junio. Dice que su relación con la gente mejoró
después del Juicio Político, y que su postulación
no significa una revancha.
Desde el 2004 dirige la
Fundación
de Políticas Públicas, un espacio de capacitación
para revalorizar el papel de lo público en la Ciudad.
Recibió a nuestro medio en su casa de Parque Chas, donde
habló de algunos momentos de su vida privada y pública,
y de cuál va a ser su objetivo político si llega a
la Legislatura.
Por Fernando Belvedere
fbelvedere@parquechasweb.com.ar
-Aníbal, pareciera que la política le marcó
el destino desde su llegada a este mundo. ¿Es verdad que
su nacimiento en Argentina fue consecuencia del exilio obligado
de su padre en nuestro país?
-Si, es correcto. Mi padre participó de la Guerra Civil del
año 1947 en Paraguay. Pertenecía a la izquierda de
ese país, y como en la contienda perdió su sector
político, debió exiliarse a los 22 años de
edad, radicándose desde entonces en la República Argentina.
Aquí pudo conseguir trabajo, se casó con mi madre
y formó su familia, y fue donde nacieron mis hermanos y
yo.
Mi padre regresó varias veces al Paraguay de Stroessner,
y en uno de esos viajes lo detuvieron, producto de la relación
que tenían las dictaduras de nuestros países en
materia de inteligencia. Luego conseguimos que lo liberaran. Lo
anecdótico fue que durante la Guerra Civil mi padre jamás
había estado preso siendo de la oposición.
-¿Cómo fue su infancia y qué valores
le transmitieron sus padres?
-Tengo excelentes recuerdos de mi infancia y adolescencia. Conviví
con mis padres hasta los veintipico de años y después
me fui a vivir solo.
Me educaron con el valor de que en la vida todo se obtiene trabajando.
Nos criaron dándonos libertades pero, no por eso mi madre
(falleció en 1993) dejaba de preocuparse cada vez que salíamos,
por miedo a que nos ocurriera algo. Ella sufría cada vez
que me iba de viaje, pero no le quedó otra que manejar
esa ansiedad.
También nos transmitieron los valores de la igualdad entre
las personas.
-¿Qué hecho político marcó su
juventud?
- Me marcaron las elecciones de 1973. A pesar de mis 15 años,
viví con mucha euforia la vuelta a la democracia. Hasta
ese momento, mi adolescencia había transcurrido en dictadura.
Estudiaba en el Colegio Nacional Buenos Aires y militaba en su
Centro de Estudiantes: ilegalidad, policía, represión.
Era un ámbito muy politizado a 150 metros de la Plaza de
Mayo.
Del Nacional Buenos Aires me echaron por haber participado de
su toma, en contra de la intervención de Otalagano e Ivanisevich.
Me faltaba un año para recibirme. Finalicé la secundaria
en el Instituto Superior de Segunda Enseñanza (ILSE), donde
por orden de su regente, tenía prohibido hacer política,
de lo contrario me expulsaba.
Sufrí mucho todo lo ocurrido durante el Golpe del '76,
viví con pavor la desaparición de amigos y compañeros
del colegio. También el derrocamiento de Salvador Allende
en Chile.
-¿En ese momento proyectaba su vida con un futuro político?
- No, yo sabía que iba a seguir la carrera de abogacía
y que mi futuro estaba dentro del Poder Judicial.
-¿Usted integró el cuerpo de fiscales en el
Juicio a las Juntas Militares? ¿Qué fue lo que más
lo conmovió de aquel hecho histórico?
-Es un error histórico, yo no integré el cuerpo
de fiscales del Juicio a las Juntas Militares. Sí, del
juicio al copamiento de Aeroparque, el de los chicos secuestrados
durante la dictadura, la causa de la Triple A, Guglielminetti
y el secuestro de Sivak.
El juicio a las Juntas Militares fue un hito en la historia judicial
argentina. En la realidad tiene una dimensión tremendamente
más grande que el relato hecho por las mismas víctimas
de ese horror.
Lo que más me emocionó de aquel juicio fue el alegato
final de Julio Strassera cuando dice, "Señores jueces:
Nunca Más".
Fui uno de los dos fiscales sumariados por desobedecer la orden
de no cuestionar el indulto. A partir de aquel momento me fui
de la justicia y empecé a trabajar de abogado y docente.
-¿Era Obediencia Debida y Punto Final, o Golpe de Estado?
-Uno nunca va a poder saberlo, porque la historia corrió
de una manera. Sí creo que el pueblo estaba movilizado
espontáneamente en la calle y era improbable que los militares
llegaran al poder.
Al doctor Alfonsín lo respeto muchísimo. Creo que
él quiso evitar una situación conflictiva cuando
impulsó la Obediencia Debida y el Punto Final, pero no
se animó a apoyarse en la sociedad para bancar esa situación
de conflicto.
Está claro, que, en ese momento, todos los militares que
se le plantaban tenían poder de mando, pero estoy convencido
de que esa era una pulseada que ganaba la sociedad.
-Cuando llegó al poder en la Ciudad de Buenos Aires,
¿con qué cosas no pensó encontrarse y debió
soportar?
-Me sorprendió lo que significa poder mover todo el aparato
estatal. Desde que uno toma una decisión hasta que se pone
en práctica hay expedientes, papeles, firmas, proyectos,
licitaciones, impugnaciones, resoluciones y puesta marcha. Entonces
te das cuenta que pasaron meses y meses y que esa decisión
que tomaste todavía no se puso en marcha.
Los tiempos de la burocracia son graves en cualquier gobierno.
La cuestión es cómo se equilibra lo legal con la
ejecutividad.
-¿Sufrió algún intento de soborno?
- No. El que soborna tiene conciencia de quién tiene enfrente.
-¿Qué cosas reales pudo hacer y cuáles
le quedaron pendientes?
-Pudimos hacer muchas escuelas; comenzamos las obras de la ex
Casa Cuna; después de 60 años de no hacerse nada,
se amplió la red de subterráneos. Se pudieron solucionar
las inundaciones en el barrio de Belgrano; logramos que la ciudad
no entrara en default con la crisis del 2001; se iniciaron la
obras en el arroyo Maldonado y el orgullo es haber cumplido la
promesa de recuperar el Cine Teatro 25 de Mayo, de Villa Urquiza,
que dio respuesta al reclamo y la lucha de los vecinos.
Entre los temas pendientes, está no haber logrado un desarrollo
más integral en la zona sur de la ciudad; pero hay que
tener en cuenta que mi gobierno quedó trunco dos años
antes de lo previsto.
-¿Cuál fue el gran error de la Alianza?
-Sirvió para ganarle a Menem, y nada más. Pero desde
el FrePaso pecamos en pensar que teníamos posibilidades
de conmover a los sectores conservadores del radicalismo. Además,
padecimos una subestimación propia, pensando que éramos
nuevos en la política y que carecíamos de capacidad
de gobierno frente a la historia centenaria del Partido Radical.
Los hechos demostraron lo contrario.
-¿Cómo es su relación con Chacho Alvarez?
-Muy buena, hablamos en forma periódica. No somos amigos,
pero yo lo respeto en sus aspectos políticos y personales.
-Lo que más le cuestionaron los familiares de las víctimas
de Cromañon, fue que esa noche no estuvo en el lugar de
la tragedia y que al día siguiente apareció rodeado
de los empresarios de los locales bailables. ¿Cuál
es su respuesta?
-Yo esa noche me dirigí directamente a Defensa Civil. Las
víctimas ya estaban derivadas en los hospitales y fui a
organizar -como manda la ley- todo el procedimiento posterior
junto con los funcionarios (sobre todo los de salud) para tomar
las medidas de atención e información a los familiares,
y eso había que resolverlo rápido.
Haber estado en el lugar de la tragedia en ese momento, hoy uno
lo analiza de otra manera. Pero podía ser también
que se dijera que me iba a sacar fotos y hacer reportajes como
una cuestión oportunista, en vez de estar trabajando donde
correspondía. Fue tan grande la tragedia, que cualquier
cosa hubiese sido vista desde otro lado.
Lo de aparecer con los empresarios, fue para comunicarles la
clausura de todos los lugares, hasta tanto no se modificara todo
el sistema de seguridad. No considero que haya sido un error,
además, los empresarios que estuvieron presentes no eran
los que hacían recitales en lugares cerrados.
-¿Creyó alguna vez en la hipótesis de
Chaban que decía que la tragedia fue el resultado del accionar
coordinado de tres jóvenes cercanos a los músicos?
-No. Carezco de datos vinculados con esa hipótesis.
-¿Su destitución fue consecuencia del desmembramiento
del bloque oficialista en la legislatura después del fracaso
de la Alianza?
-Si, por supuesto, pero también tiene que ver con que
el sistema de partidos políticos de la Ciudad de Buenos
Aires saltó por los aires. Hoy un partido político
vale "dos con veinte". Entonces, cuando entra un nuevo
grupo de legisladores se cree que es un libre pensador y que puede
ir para cualquier lado.
El peligro, ahora, es que se abrió una puerta en la que
se juntan los legisladores con el vice y todo vale. El ejemplo
de lo que digo es lo que sucedió en La Rioja. Yo digo,
señores: ¿por qué no dejan que decida la
sociedad? Si alguien está gobernando mal, persuadan a la
gente de que está gobernando mal.
El juicio político no es para evaluar gobiernos, salvo
que todo colapse y sea un caos total. En ese caso, deberá
intervenir la justicia, pero si no es así, habrá
que esperar las próximas elecciones para cambiar al responsable
del ejecutivo.
Lo que está sucediendo ahora, pone al descubierto la debilidad
institucional de algunas provincias e intendencias.
-¿Entonces a veces existe conspiración entre
el vice y un grupo de legisladores?
- En general ocurre así. Dicen que cuando la policía
investiga un homicidio, se pregunta quién se beneficia
con el homicidio como pauta para descubrir a los autores.
- A un año de su destitución, ¿qué
conclusiones sacó de todo lo ocurrido?
-Creo que se utilizó la tragedia para politizarla. La
política cruzó un límite peligroso. Cromañon
fue una excusa para mi destitución.
Después de que me destituyeron, murieron seis ciudadanos
bolivianos en un incendio y, hace pocas semanas, murió
una mujer aplastada por una carpa del Gobierno de la Ciudad en
un predio de la misma administración en un día que
había alerta meteorológico.
¿Qué pasó? ¿Qué se dijo? Entonces,
la conclusión es que se juntó un sector de la política
para destituirme.
Por lo tanto, nos perdimos la oportunidad de discutir a fondo
¿Qué pasa en nuestra sociedad para que se haya producido
lo de Cromañon? Tenemos que considerar que no fue producto
de una sola circunstancia. No se debatió la relación
de la policía con los empresarios, comerciantes o dueños
de boliches. No se discutieron las conductas riesgosas de la juventud
y su desprecio por cuidarse. No se debatió qué responsabilidades
tenemos los adultos en esas conductas fomentadas y aplaudidas
por los grupos bengaleros.
Pero no, se miró hacia otro lado.
También pienso en la disociación entre la política,
los medios y la gente.
Si uno se llevaba por lo que decía la política y
algunos medios, yo no podía salir a la calle o no podía
dedicarme más la vida pública. Sin embargo, hoy
las encuestas dicen que mi relación con la gente es mejor
que cuando era Jefe de Gobierno. Los vecinos notaron la desmesura
de mi destitución. Habría que reflexionar: ¿por
qué la gente va para un lado y la política y los
medios por otro?
-¿Cómo fue su relación con Telerman?
-Era una relación de Jefe a Vicejefe. Fue el funcionario
que más cargos ocupó durante mi gestión.
No existía amistad entre nosotros.
-¿Qué pasa con las relaciones entre el Jefe
de Gobierno o Presidente con su vice, que siempre terminan mal?
-Pasa por una cuestión de concepción propia: al
que llega a vice, no le gusta el cargo y lo toma como un escalón
para. En lugar de esperar los tiempos de elecciones, a veces suelen
hacer otras cosas.
Creo que quien jugó a fondo su rol de vice fue Chacho
Alvarez. Nunca se le ocurrió hacer otra cosa, a pesar de
no coincidir ideológicamente con De la Rúa y de
tener serias diferencias.
En cambio, a veces vemos historias de "vices" , que
como se sienten insatisfechos toman otro camino. Si se quiere
ganar una elección, hay que convencer a la sociedad de
que existe algo mejor y se llega por el voto. La gente decide.
Yo, en la vida y en la política tengo límites,
pero hay quienes no. Ésos son los que tomaron como excusa
una tragedia y fueron por un gobierno. Mientras yo discutía
y debatía con los legisladores, otros se reunían
a espaldas de todos para repartírselo.
-¿Cuáles son sus coincidencias y sus diferencias
con Kirchner?
-Estoy de acuerdo con los logros económicos, con la reconstrucción
del aparato productivo nacional, con los cambios en la Corte Suprema
de Justica, con la política de Derechos Humanos como política
de estado.
No estoy de acuerdo con su acercamiento a algunos caudillos provinciales
del PJ que arrastran la vieja política y se hacen los kirchneristas
para mantenerse en el poder. Disiento, por ejemplo, con lo que
se hizo en Misiones.
-¿Y la relación con Chávez?
-La relación con Chávez hay que desdramatizarla.
Si hay acuerdos beneficiosos para nuestro país, bienvenidos.
En todo caso el líder venezolano tendrá un perfil
polémico, pero no se lo puede tildar de invasor.
-¿Está al tanto de las once torres que piensan
construir en el Parque Warnes? ¿Qué opina de la
construcción indiscriminada de edificios de altura?
-No, no estoy al tanto de lo que piensan hacer en el Parque Warnes.
Opino que debe haber racionalidad en la ciudad. Hay barrios que
necesitan que se construya, y otros no, y lo que está,
está. No estoy de acuerdo que en el medio de un barrio
de casas bajas se levanten torres.
El Estado, a través de una ley consensuada, debe fijar
las pautas para que todos sepan a qué atenerse.
-¿Qué proyectos tiene en carpeta si es elegido
legislador?
-Mi objetivo es mejorar la calidad institucional de la ciudad.
De nada sirve un proyecto si hay una legislatura en la que los
diputados hacen negocios por abajo, como en el viejo Concejo Deliberante.
A diez años de la autonomía de la Ciudad de Buenos
Aires, pensábamos que se iba a construir algo diferente
al Concejo Deliberante.
Para mí es central el cambio de la relación del
cuerpo legislativo con la sociedad, si no, todo será en
vano.