Recuerdo de mi Barrio Parque Chas
por Juan
Carlos Beiroa Ruibal desde Alicante - España.
jcbeiroa@hotmail.com
Dedicatoria:
A los Padres de los que nacimos y nos criamos en
el Parque Chas, por haber elegido ese lugar.
Alguien dijo que todos tenemos un
niño adentro, así que poco me va a costar llegar
a cada uno de Ustedes.
Bueno, como se pueden imaginar cuando Azucena Ofelia Smurra
me mandó el mail, haciéndome saber que existía
una página web sobre el barrio, me fui al Google y
ahí estaba! Entrar, sofocado por la emoción
de que un barrio de Buenos Aires estuviera online, fue un
shock.
De ahí a empezar a recordar hechos y personas fue todo
uno y me dije, a cuántos de los nuestros les interesaría
lo que me acuerdo y cómo me gustaría saber qué
cosas de lo mío quedaron grabadas en la mente infanto-juvenil
de mis queridos amigos de la niñez.
Así que, ahí va:
La cosa empieza cuando allá, por el '36, mi viejo el
gallego d. Celestino Beiroa y su esposa Dolores Ruibal, d.
Lola, se compra un terrenito sobre una calle de barro para
seguir aumentando la familia; habla con don Genaro, del que
no recuerdo otros datos, y le mete a las dos piezas, cocina
y baño del 2434 de Marsella. Ya estaban en el barrio,
de los que me acuerdo que se hablaba en casa, cuando se hablaba
delante de los chicos por que no había nada que ocultar,
de don Domingo Mele, d. Do-mingo Risoleo, d. Fioravanti Palópoli
(nuestro querido y tierno d. "Fiori"), don Francisco
Guido y su Sra. D. Antonia, y alguno mas que no alcanzo a
descubrir, como ser don Pedro el lechero, don José
Intelisano, Don Eduardo Sacco y doña Sabina, pero con
el paso de la narración vaya com-plementando el rompecabezas.-
Al tiempo vendrían d. Alfredo Smurra, su hermano Luis
con d. Olga enfrente y los Intelisano mas hacia la placita,
amén de los hijos del lechero d. Pedro que no eran
de la partida, lo mismo que Enrique y Eduardo Sacco que eran
poquito mayor que nosotros pero que nos cuidaban como hermanos
y nos enseñaron a jugar a la biyarda pero sin que nos
sacáramos un ojo.
Trataré de ser sucinto pero no puedo dejar de darme
el gusto y hacerles llegar a cada uno de los que aparezcan,
un recuerdo que los pueda inducir a buscar a aquel amigo de
tantos juegos y si se les escapa una sonrisa, mejor.
Clelia (la hija de la "artista" como llamaban nuestras
viejas a la madre) era enderezada en otros caminos, pero se
moría por estar en los juegos nuestros.
Antoñito y Santo (el que se daba de baja por su cuenta
de la colimba y lo venían a buscar cada dos por tres)
eran mas grandes, Tino y el rubio Pedro Bax, hijo del chofer
de la Infanta Elena cuando vino a Buenos Aires en ocasión
del Centenario de 1910, los Casciaro, primos de los Smurra,
Darío el de la esquina opuesta a Angelito el carpintero,
Luis Daverio el abogado que se fue por el 50, ya era de un
gru-po mayor y si bien los conocíamos, la diferencia
generacional nos alejaba, pero en el fondo los sentíamos,
al menos yo, como nuestro protectores.
Tampoco Ismael Liaskovich (médico) y Mario Sarkin (bioquímico
de nombre en el Instituto Pasteur de Francia) no eran de "fobal",
"escondida", ni placita, pero sabíamos quienes
eran.
Tampoco Minguito Mele tenía acceso a la libertad, por
que un bruto candado puesto a mas altura de la que él
podía llegar, se lo vedaba.
Sin embargo a veces, había alguno arrimado al alambre
tejido de la puerta acompañando su soledad, yo.
El candado se abría cuando después de veinticuatro
horas de suplicio, a eso de las 6 de la tarde don Domingo
Mele, abría la puerta, la trababa con una piedra, iba
a la azotea y le sacaba el gancho del collar al perro que
salía como estampida escaleras abajo, viraba los cuartitos,
encaraba la recta final y si llegaba a enganchar a alguien
en el medio de la vereda, chico o grande lo hubiera estrellado
contra la ventana del comedor de los Smurra en la vereda de
enfrente, para frenar de golpe y echarse la meada mas grande
del mundo.
En la casa siguiente, cada uno con su cocinita y su pieza,
tres familias se agrupaban, entre ellas las de d. Luis Smurra,
del que los datos que me acuerdo era que había sido
de todo, bombero, boxeador, y operario en la instalación
del gasoducto Comodoro/Buenos Aires, como también feriante.
De la obra pública se había traído una
radio portátil a pilas, la primera que vi en mi vida.
Se iba a la placita y se escuchaba los partidos, por supuesto
como todo el clan: de Racing. Duro el hombre, no perdonaba
nada y muestra de ello eran las piñas con que trataba
de contener el espíritu de Ricardo, su único
hijo, pero eso sí el mas grande constructor de barriletes
con diseño: bombas y avioncitos con estructura balsa
armados pacientemente y forrados con papel transparente, le
largaba tanto hilo que se podía ir a dormir que, no
solo costaba verlos, si que no se caían nunca, siempre
tenían viento.
Mi vieja que, como la de todos tenía el corazón
en la mano, le aceptó a d. Olga que se lo iría
a buscar al colegio de la esquina opuesta al Tornú
en Avda. Del Campo y Chorroarín por que ella trabajaba
y no llegaba a tiempo, así que cuando nos sacaba a
Rodolfo y a mí de la escuela de Triunvirato y Acha,
por las tardes, íbamos por Donado hasta la puerta del
Tornú y de allí por delante de la fábrica
de ladrillos hasta el co-legio donde tenían a Ricardo.
Como era lógico el pibe venía con "número
dos" completo, así que cuando llegábamos
a casa mi vieja se arremangaba y metía mano para poner
las cosas en su lugar, y liberarlo y liberarnos de la olorosa
carga, de allí que confirmáramos los golpes
en las piernas que ligaba el pobre pibe.
También había una familia que tenía dos
nenas una creo se llamaba Elba pero se fueron antes del '55,
después supimos que el hombre había muerto.
Años después vino un tanito bajito, "Felipe
(.?), ya por los 12 o 14 años que fue bastante compinche
con todos, pero un día sintió el llamado de
su tierra y se fué. Allá por el 80 me encontré
con la hermana en Avda. Constituyentes y Salvador Maria del
Carril y me dijo que estaba en Italia y que andaba bien.
En la puerta de la única columna de alumbrado que había
por aquellos tiempos, la familia Guido mandaba a la calle
a los dos menores, Cacho y Carlitos, ya que "Macho"
y "Coco" eran mayores y sólo se sentaban
en la puerta para "desaznar a los novatos" con descubrimientos
increíbles sobre procesos masculinos y femeninos desconocidos,
y por que nó sobre los famosos Reyes Magos.
En la casa de Don Jacobo había una familia que el Sr.
era carpintero y tenían un hijo de ojos muy claros
que al poco tiempo también se fueron del barrio. La
hija de don Jacobo tampoco era muy comunicativa, pero después
del accidente que le costó la vida a su madre y a su
hermanita chica, había cambiado un poco.-
Tengo presente que a la altura de esas dos casas una vez que
a un señor que manejaba el camión de don Fiori
o el de Humberto Smurra que eran del mismo modelo pero uno
con caja y otro playo (tenía dos hijas, Ana, prima
de los chicos, pese a vivir en Avda. de los Incas, era de
la partida cuando había escondidas o manchas) salió
una nena corrien-do de una casa y se le metió abajo,
pero me parece que por suerte frenó y no paso nada
grave. El que se acuerde del hecho me corrija o aclare.
Tampoco los hijos de don Pedro el lechero jugaban con los
demás chicos (tenía un carrito de ruedas finas
altas con goma en el exterior así que era muy silencioso
y pintón y un caballo elegante en el andar, con montura
adornada por unas chinches que se nos hacia agua la boca para,
valga la redundancia, la boca del balero). Era un carro de
exposi-ción, con los rayos fileteados como si fuera
una chatita) creo que se llama-ban Ondina, Pedro y la menor
no me acuerdo, estos dos últimos médicos a fuerza
de la lucha de los viejos.-
Rino, el hijo de don Enrique, mètre en los buenos hoteles
uruguayos tanto de Punta del Este como Carrasco, eran mayores
pero siempre se acercaba para reirse con y de nosotros.
Cruzando la calle, en la esquina de "ladrillo a la vista",
por que nunca habían sido revocados, "Piraña"
(Juan Carlos Bobadi-lla) y su hermanita (que tenía
una voz chillona y una risa contagiosa), él siempre
tenía una historia interesante para asombrarnos, había
estado en la Federal haciendo la colimba y no sé si
se enganchó, no creo por que le fal-taba medio comedor,
pero discutía con un énfasis que uno terminaba
convencido de sus posiciones.
Frente a la placita, los hermanos que tenían al principio
venta de leche y luego carnicería mientras las chicas,
una, Marta, se casaba con Roberto Alianak (el de Cádiz
en cuya casa había dos espejos enfrentados y entrábamos
a vernos el jopo repetido) y la otra hermanita que no me acuerdo
con quien hubo de casar. Habían venido de Casilda en
la Pcia. de Santa Fé.
Por enfrente volviendo para Cádiz, las primas de José
"Nene" Intelisano, Elena y la otra, que era mayores
y no nos daban mas bolilla que el saludo tierno que se le
da unos chicos y, seguidamente la casa del Nene (¡Que
duraznos que colgaban hacia fuera!), nunca me enteré
de nadie que se quedara colgado de un alambre como a él
le pasó en el terreno de Grosso, allí donde
jugábamos a la pelota con las camisetas que compramos
por una rifa que vendimos de no se que premio y que ganó
un sastre que estaba pegado a un garage, al lado de la farmacia
de Pampa y Triunvirato, tuvieron que coserle el labio superior
y así y todo le quedó la marquita.
A él y a Tomasito los relevé en paradas policiales
de la comisaria 37 donde hicimos el servicio militar como
coreanos. Después vino el tano (¡pronto alguien
que me diga el nombre!) hijo del taxista allá por el
49 y los chicos del carpintero que, el viejo no los dejaba
participar mucho con los mas "antiguos" pero con
el tiempo formaron parte de "manchas" y "escondidas".
Eduardo Sacco era muy serio, no había muchas posibilidades
de contacto, tanto que era algunos años mayor, quizá
3 o 5 pero a esa edad de los 9, tener catorce era tener carnet
de "mayor", y obviamente estar mas cerca de los
pantalones "largos" que nosotros.
En la casa siguiente a la de Don Eduardo y Doña Sabina
Sacco, dos "pan de Dios" justo para ese barrio,
de un médico ciru-jano que luego se mudó, luego
fueron a vivir Monona y Luis con su hijas que fueron toda
la vida muy amigas de los del 2431, mis inefables Smurra.
Con ellos y con los Palópoli la afinidad fue total,
no sólo de mis viejos sino también de mis hermanos.
Amén de que gozaban de toda la preferencia de Tia Carmen
como si fueran de la familia y eso entre gallegos es decir
mucho.-
Don Alfredo hecho en una escuela de dura y Doña Filomena
en una similar de tanos trabajadores formaron una pareja para
luchar y superarse en pro de los dos críos que tenían
Eduardo y Norberto. Él obsesivo con su trabajo en el
ACA por las tardes y su puesto de papas en la feria de Urdininea,
su presencia de blancura y rayas del pantalón que cortaban
el viento, serio pero cariñoso, cuando mil veces me
puse a su lado para ver como sacaba un tornillo o una pieza
de aquel viejo camión que tantos años estuvo
esperando salir a dar una vuelta a la manzana, pero, creo,
siempre habría un gasto familiar que demoraba su puesta
en marcha, pero facilitaba los escondrijos para jugar a la
escondida.
Ella, una leona de la limpieza y la cocina, tanto el lavado
a mano, todos los días, de los guardapolvos para que
los tres incluí-das las colitas de "Azu"
para ir al colegio fueran impecables como los "fuccille"
hechos con el alambrecito de acero para que se cocinaran mejor
y la radio, clavada la sintonía en Radio Porteña
tanto con la novela del medio día del Gaucho Matrero
como los tangos que hasta mi vieja tararea-ba. Ahhh....los
domingos cuando venía la abuela materna era la fiesta!,
en esos días de enero o febrero cuando hacía
ese calor del que no valían los Aires Acondicionados
y sí la pantallita o el ventilador Marelli de aspas
de bronce, el escalón de mármol negro de la
puerta era tan refrescante como todos los modernismos.-
También para setiembre el día de la Primavera,
recibíamos en casa sus primorosos platos cubiertos
con servilletas inmaculadas con unos cañoncitos dulces
con confetti (que tienen un nombre tano que ellos saben mejor
que yo) que nos recordaban una nueva fecha del casamiento
de los Smurra. La alegría fue cuando nació Azu
por que ya éramos mas grandecitos y comprendíamos
el porque de la abultada panza de Doña Filomena y sabíamos
que venía un niño, siempre con el pudor y decoro
con que, por aquellos tiempos, se tocaban esos temas. Tuve,
y aprovecho la oportunidad para agradecerles infinitamente
donde quiera que estén, aquel cobijo que me dieron
a mis doce años cuando la gente me pre-guntaba:
¿Y....como está tu hermano?
y yo contestaba: ¿cuál?,
a lo que me respondían: ¡Tino!
y yo replicaba: Ahhh.. Tino bien por que no lo ope-raron (estaba
internado en el pabellón Lanari del Tornú")
.....al que opera-ron fue a Rody que está en el Clínicas,
y ahí, tenía que decir lo que había ocurrido.
Claro, yo venía de la Escuela y doña Filo me
tenía el tazón de aluminio con el dulce mate
cocido, compartido con sus hijos, tan caliente que si pegabas
los labios te quemabas hasta la nuca.-
Y al lado, en el mismo terreno, al fondo, por el pasillo de
baldosas alternadas, los Palópoli: d. Fiori, doña
Beba, (Juan) Alberto y Beatriz.-
Mi recuerdo con don Fiori era que, allí por las cuatro
de la tarde cuando se levantaba de la siesta, (por que con
su camión, traído de Los Toldos una noche de
frío y lluvia -- salimos todo el barrio a ver el Chevrolet
46 con caja, que iba a servir para ir a buscar a "Casa
Amarilla" las bolsas de papa que vendería luego
en la feria) se levantaba muy temprano para llegar al puesto
y tener la mercadería presentable para la venta de
la mañana, decía, entonces, que después
de la siesta se sentaba en el es-calón de la entrada
a la casa y empezaba a silbar, sisear diría, entre
los dientes todos los tanguitos de Gardel y Corsini que se
sabía, cuando no, los entonaba en vos baja y me hablaba
de lo bueno que habían sido ambos cantantes. Yo lo
escuchaba con la fruicción del que quiere exprimir
a un ídolo todo lo que sabe.
A doña Beba (de Genoveva), bendita entre las benditas,
todo mi recuerdo por el lugar que me dió. Recuerdo
que los miércoles, cuando con disimulada vergüenza
me acercaba a pedirle una revista, me pasaba el "Intervalo"
para que me leyera las aventuras de Mandrake y algún
detective dibujado en historieta en tanto en casa no largaban
un centavo si no era para el "Billiken" culturoso.
Creo que fué de las primeras que empezó a llamarme
"Juancarlitos" en lugar del familiar "Chichin".-
Alberto también era de la época anterior, junto
con Eduardo y Rino y Juan Risoleo pero su trabajo en el Correo,
por aquellos tiempos y el ayudar a su padre en la carga y
descarga lo tenía menos cerca de nosotros. Ya con Beatriz
fue diferente, el conocimiento fue mas amplio por el vinculo
generacional y el cuidado que prestábamos de ella para
que trajera a su prima Elsa a jugar a la escondida y mas tarde
a los "asaltos" hogareños.-
Tal fue la relación amistosa, me honra nombrándo-me
en su e-mail a esta página, con el sobrenombre que
me pusiera mi vieja creyendo que iba a ser un "chiche":
"Chichin". Años después y ya grandes,
un compañero de secundaria de mi hermano Rodolfo (mi
vieja se arrogaba el crédito de haberlos presentado)
terminó siendo su esposo, nuestro inolvidable Aroldo
Gisels (¿sería con "H"?).-
También hubo un familia , en el 2419, con dos hijos
pero no habían nacido propiamente en el Parque Chas,
Humberto y Cacho. De la señora mas vale no contar nada
por que era tan agria que nos mojaba las baldosas con agua
para que no jugáramos a la bolita en la divisoria con
la casa de Tomasito. El mayor era Humberto, Sargento de Infantería
pero tenía la virtud (?) de ser tambor mayor de una
banda de regimiento, así que los 8 de julio cuando
traían los muchachos colimbas marchando desde Campo
de Mayo, pasaban por Avda. de los Incas y Triunvirato y en
una de esas se nos aparecía aquel grandote revoleando,
marcial y acrobáticamente, su silencioso instrumento,
señalando los inicios, ritmos y finales de las marchas
que nos hacían marcar el paso en el mismo lugar y sentirnos
orgullosos por que vivía en nuestra cuadra.
Otro que también andaba, de vez en cuando cerca, era
Alberto Lombardía, de enfrente a la casa donde alguna
vez vivió Argentino Ledesma, sobre Cádiz, pero
luego, al comenzar a estudiar se lo vió menos por el
barrio.
Tampoco los Velo, hijos del dentista de La Haya aparecían
con la patota de Marsella.
Eduardo Taccone, Goré, de la Haya, Gnieco o Ñieco
(un sobrenombre) de Treveris, Guillermo el bajito de Gandara,
Los Bettini todos eran de nuestro Parque Chas, pero los de
Marsella teníamos un mun-do a parte.
Los hermanos Alianak, venidos de otros barrios también
fueron de algunas partidas de bolitas bastante peleadas, tanto
de hoyo como triángulo. El que la tenía clara
con las bolitas era Carlitos Gutiérrez el de la "otra"
Marsella en su segunda cuadra (aquel, cuyo padre, nos llevaba
a la escuela los día de huelga o medio revuelta en
la primera época peronista con el facón a la
cintura, debajo del saco, por la dudas....) y en las figuritas
descollaba, aquel rubiecito que viviera en lo de don Jaco-bo
cuyo nombre no recuerdo.-
Cómo me voy a olvidar de Leonardo Schwaizer, el de
arriba de la panadería de Gándara, que jugaba
al ajedrez con el húngaro oloroso, a caballo de los
bancos de la plaza y después nos jugaba a noso-tros
y nos ganaba las estampillas recibidas en casa.
También formó parte de la camarilla de la placita
el gallego Diego Rodriguez Rey (Jefe de Servicio de Patología
Mamaria en el Pirovano, hasta que supe de él) el hijo
de doña Carmen que lo llamaba con el argumento de comer:
"Diejooooo, a tomar la soooopaaaa!.
Algo típico era el silbido de don Alfredo para arrear
a los suyos: "uiiiiiiiiiiiihi" un pitido largo y
otro cortito cambiado de intensidad, no solo era un aviso
para Edu y Norbe, había que prestar atención
si detrás de él venía la gallega doña
Lola a traer a lo suyos: "Roooo-di....Chichiiiiiin! y
ahí salíamos por la vereda de enfrente para
que el coscorrón llegara mas tarde, por que nos habíamos
fugado del seguro reducto hogareño saltando la verja
por que la llave, estaba en el bolsillo del delan-tal de la
vieja que mascullaba sus cosas dándole a la tabla por
que el "Es-labón de Lujo" que le había
traído el viejo, "rompía la ropa",
"gastaba mas jabón y corriente"! Ja!
Uy!!! Me olvidaba del silbidito que nos avisaba que alguno
rondaba cerca. Era ondulante, repetido tres veces y con un
remate, todavía hoy lo uso para identificarme con los
míos a modo de saludo.
Particularmente con Tulio Roberto Paccini y Fernando Garcia
Ginabreda, con quienes mantengo contacto todavía.
Quizá dejo para el final la historia del pino de la
placita. El pino que daba frente al almacén de Don
Jacobo y Doña Clara, que no sabían de pulsos
telefónicos y a las clientas les prestaban el teléfono
"público" para que se sintieran comprometidos
y siguieran como leales clientes. También si había
una necesidad se llegaban a la puerta del necesitado para
avisarle que tenía una llamada, casi siempre para avisar
algo tris-te.
Tampoco me olvido de Horacio "el grandote", primo
de Beatriz y Alberto que nos visitaba en las vacaciones y
era compañero transitorio de juegos.-
Les decía del pino. Era un lugar donde uno podía
otear el horizonte, de casas bajas, sin peligro por que tenía
tantas ramas cruzadas que si fallaba un pié ahí
nomás estaba la otra para sujetarse. Así llegábamos
hasta casi la copa donde en las noches de verano nadie podía
alcanzar a vernos dado la poca luz de las farolas de la placita.
También los "rangos y mida!" con las plantas
de Berlín y Marsella que se saltaban mejor cuando las
podaban.
Me falta Tomasito Risoleo, hijo menor de don Domingo y Doña
Mariana la que había nacido en Estados Unidos y al
año la llevaron a Italia, pero cuando fue al consulado
de EE.UU. para darle alguna partida o algo así, como
decía "nacida en EE.UU." le hablaron en inglés,
de donde Juan o Tomás tuvieron a aclarar que solo había
estado el primer año en EE.UU.-
Tomás tenía un hermano mayor, gran amigo de
Alberto Palópoli: Juan Risoleo, que lo mismo que Tino
a Rodolfo y a mí, nos querían tener de hijos
pero no pudieron por que crecimos antes de lo que esperaban.
Ja! A veces veía desde nuestra azotea cómo Juancito
lo corría a Tomás por los techos del garaje
y si la puerta del garaje tenía arena éste saltaba
desde allí al montón sin hacerse nada, es decir
sin matarse. Dada la posición económica mas
solvente de la familia, tenían auto, así que
cuando pudimos ya empezamos a colarnos en alguna escapada
para despuntar el vicio y la emoción de "manejar".-
A Tomás lo habían mandado al cole que lo traían
en colectivo, aquél inalcanzable "Manuel Belgrano",
pero su corazón estaba con la patota de su barrio,
apenas llegado del cole, revoleaba todo y salía de
disparada para la placita a jugar a la pelota y divertirse
con todos los demás. También para las figuritas
y la boleta era de temer, pero era sano cuando perdía
sabía pagar con "ñateros" que valían
oro.-
Los que la escolaseaba también con las bolitas, en
el triángulo eran los Guido, Cacho y Carlitos era del
"hoyo".-
También sabíamos de los Rigón, pero el
mas chico, Tito, era mas del grupo de Johnny Estrugo y Roberto
Alianak y Jorge Roveglia (.?) de dónde moría
Torrent, en Treveris.-
Uhhh, me olvidaba ¿se acuerdan cuando se lo llevaron
al petizo que vivía en lo de los Guido por que había
amasijado a un zapatero de Triunvirato? A ese lo llamaban
"Elevantor" por los zapatos del mismo nombre que
tenían un taco de cuatro centímetros para darle
mas nivel al "sotipe".
Recuerdo gratamente a Eduardo diciendo poesías de Gagliardi
y a Norberto cantando tangos. Un día, jugando, lo corrí
por detrás del camión de don Fiori y vino el
de la bici y se lo llevó puesto, deján-dole
el cachete perforado, terminó en el Tornú con
puntos.
Un recuerdo respetuoso para don Alfredo Smurra leal amigo
de mis viejos, lo mismo que su querida esposa a quien mi vieja
ayudara en los quehaceres cuando su estado fisico se redujo
sensiblemente; a él que no aguantó la soledad
y se fué "al usso nostro" como me dijera
Norbe en su momento.
Después mi viejo juntó firmas e hizo poner los
caños del gas que trajeron adelanto y así dejamos
de ir todos los inviernos a hacer la fila al surtidor del
"kerosén" (para las Volcan), y gomería
que había frente a lo que fue aquella casa de discos
sobre Avda. de los Incas, casi en la puerta de los Scalise,
antes de que edificaran, a donde íbamos con la lata
de aceite de cuatro litros por que el número en centavos
daba redondo, creo que 40 guitas en cobres!, en realidad a
los chicos nos llevaban a hacer número a la cola para
después cargar los viejos con los envases.
También había un montón de gente de afuera
que venía a la plaza pero este recordatorio no abarca
a todo el Parque Chas sino al ámbito de esas cuadritas
de Marsella en que nos criamos.
Perdón si me equivoqué algún nombre,
hecho o parentezco, en todo caso espero me rectifiquen y aumenten,
por que acepto "Fé de erratas".
Mi recuerdo para Roberto Barreiro que lo ví hace tres
o cuatro años y me reconoció después
de veinte!!!!
¡Vamos, vamos, desempolven recuerdos y vuélquen
los en este lugar donde nos regocijaremos con anécdotas
personales que quizá ni nosotros mismos recordamos!.
"¡Mancha! ¡Pido Gancho!" "¡¡¡Tremildosuya!!!"
(en la biyarda o billarda, nunca supe lo que era, pero había
que decirla), "¡¡¡Libre para todos
miiiiis cooooompañeroooooos", y en la semipenum-bra
de la tarde se dibujaba el cuerpo escondido para tratar de
llegar antes del que había contado: ¡hasta cuarenta
eh! Hasta cuarenta! Para que nos diera mas tiempo quizá
para dar la vuelta a la manzana.-
¡Chau flaco, chau flaca!, ojalá se volvamo a
encon-trar!!!!............con los que se fueron y tomaron
otros caminos para hacer su vida, a los que iban al cine Parque
Chas o al 25 de Mayo, (los miérco-les, por que daban
3 pelis de aventuras), para los que cuando pasan cerca no
pueden dejar de darse una vueltita por la calle que nos vió
crecer, para los que siguen juntos, para los que no se vieron
más, para los que nunca olvidaremos que: ¡Nacimos
en el Parque Chas!
Perdón, tengo los ojos nublados y no veo las letras
pero no quiero cambiar el Tamaño de la Fuente de mis
recuerdos por uno mas grande, total ......los llevo en el
corazón!.-
Juan Carlos Beiroa
|
Plaza "Dominguito",
Berlín y Marsella
Glosario:
Patrimonio:
Del latín "Patrimonium", lo que se hereda del
padre y de la madre.
Memoria:
Decía Miguel de Unamuno que "la memoria es la base
de la personalidad individual, así como la tradición
es la base de la personalidad colectiva de un pueblo. Vivimos
"en" y "por" el recuerdo, y nuestra vida
espiritual no es en el fondo sino el esfuerzo que hacemos para
que nuestros recuerdos se perpetúen y se vuelvan esperanza,
para que nuestro pasado se vuelva futuro". La memoria es
un elemento esencial de lo que hoy se estila llamar identidad
individual o colectiva, cuya búsqueda es una de las actividades
fundamentales de los individuos y de las sociedades de hoy.La
memoria sin embargo, no es sólo una conquista: es un
instrumento y una mira de poder. Jacques Le Goff: El orden
de la memoria. Ed. Paidos. Barcelona 1991: 181
Patrimonio Cultural:
Es el conjunto de bienes culturales que nos pertenecen a todos
como parte de una sociedad y constituyen el legado y sustento
de la memoria histórica y de nuestra identidad cultural
como Nación.No sólo comprende las obras de los
grandes artistas, pintores, músicos, escritores, poetas
sino también aquellas manifestaciones anónimas
que han adquirido con el tiempo un significado para la sociedad.
El hombre, como ser social, modifica su medio natural, construye
obras arquitectónicas y urbanísticas, moldea objetos,
en definitiva, crea, diseña y produce bienes materiales
concretos y tangibles. Estas expresiones adquieren un sentido
completo sólo cuando puede revelarse, más allá
del objeto en sí, su valor subyacente.El hombre construye
también otro tipo de manifestaciones a las que les otorga
una significación particular, las que se expresan en
una forma intangible e inmaterial. Son los bienes que dan cuenta
de una identidad enraizada en el pasado, con memoria en el presente,
reinterpretadas por las sucesivas generaciones, que tienen que
ver con saberes cotidianos, prácticas familiares, entramados
sociales y convivencias diarias. Estos bienes hablan, por ejemplo,
de la singularidad de ciertos oficios, músicas, bailes,
creencias, lugares, comidas, expresiones artísticas,
rituales o recorridos de "escaso valor físico pero
con una fuerte carga simbólica". A esta suma de
patrimonios diversos denominamos Patrimonio Intangible. Todas
sus manifestaciones son complejas, dinámicas y por lo
tanto modificables y mantienen una interdependencia mutua.Tanto
el Patrimonio Tangible, como el Intangible componen el Patrimonio
Cultural de cada grupo social. Se construyen históricamente,
como resultado de las interacciones sociales, y otorgan especial
sentido de pertenencia e identidad a la sociedad que los originó.
Mantienen entre sí una relación dialéctica
ya que lo "tangible logra mostrarse en toda su riqueza
en tanto deja al descubierto su alma intangible. Por su parte
lo intangible se vuelve más cercano y aprehendible en
tanto se expresa a través del soporte de lo material".El
Patrimonio Intangible impregna cada aspecto de la vida del individuo
y está presente en todos los bienes que componen el Patrimonio
Cultural: monumentos, objetos, paisajes y sitios.Todos estos
elementos, productos de la creatividad humana, y por lo tanto
hechos culturales, se heredan, se transmiten, modifican y optimizan
de individuo a individuo y de generación a generación.Gran
parte del patrimonio de los pueblos es invisible, porque reside
en el espíritu mismo de sus culturas y subculturas.
Fuente: Dirección General de Patrimonio del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires. |