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La herida de París: Falleció el músico Juan Carlos Cáceres


 

 

Había nacido en Buenos Aires en 1936 y desde 1968 estaba radicado en la capital de Francia. Fue animador de la movida cultural pre-hippie porteña de fines de los 50 y uno de los fundadores de la primitiva “Cueva” de Pueyrredón. En un trabajo antropológico, estudió la influencia de los sones de la cultura afro en el tango, ocultada por la historia oficial.

 

“Esta mañana en París, falleció mi amigo, maestro y compañero de causa JUAN CARLOS CACERES. Hasta siempre y en cada pedazo de vida en donde viva tu arte apasionado, reflejo de un ser único e indispensable para los que te queremos y admiramos y para la cultura nacional, popular y por ende universal. Que descanses en paz. Suenen todos los Borocotó Borocotó Borocotó Chas Chas!”. Así recordó Ariel Prat en su Facebook a su amigo el “gordo cacerola”.

 

El miércoles 1º de abril se le había realizado un homenaje a Juan Carlos Cáceres  (“Cáceres Mon Amour”) en el Auditorio de Radio Nacional. El tributo fue impulsado por el mismo Ariel Prat  y promovido por el Ministerio de Cultura de la Nación.  El encuentro contó con la organización de Alicia Zadán, Víctor Hugo Morales, y Germán Marcos.

 


Homenaje a Juan C. Cáceres en Radio Nacional

 

La conducción del homenaje estuvo a cargo del periodista Carlos Polimeni y la locutora Carla Ruíza. En el escenario actuaron Ariel Prat; la pianista y clavecinista, Mónica Papalía; María Volonté; el dúo formado por Victoria Espinola en voz y Ricardo Nudelman; la voz de Omar Giammarco acompañado por Noelia Sinkunas en piano y Julio Locatelli en acordeón; el grupo de mujeres, China Cruel; el pianista y compositor Julián Peralta y el vocalista Juan Serén junto a Mariano González Caló; Nicolás Choco Ciocchini; Los Viciososo de Almagro; Garufa de Constitución, y Juan Subirá, tecladista y miembro fundador de Bersuit Vergarabat.

Porteño nacido en 1936, pero desde 1968 radicado en París. Animador de la movida cultural pre-hippie de fines de los 50 en Buenos Aires, fue uno de los fundadores de la primitiva “Cueva” de Pueyrredón, pero fundamentalmente: trombonista, artista plástico y pianista de excepción; Juan Carlos Cáceres, fue cimentando una carrera original y poderosa que obtuvo su punto más alto cuando descubrió el hilo conductor principal que unía al tango con aquellos sones que la cultura afro esparció ocultada por la “historia oficial” y que excede al marco de lo estrictamente musical. Al ritmo de su “tango negro”, suman millones de milongueros en el mundo los que se volcaron a las pistas con ese sabor latente y que a través de su ronca voz, se conectaron sin saber con una parte negada de nuestra historia política y cultural. Es finalmente, un referente ineludible a la hora de mencionar a la renovación del género”.

 

Consultado por la hipótesis del origen negro del tango, Cáceres explicaba: “Es una teoría que no defiendo a toda costa. Sólo que para mí es evidente, desde una lógica musical, que en el origen del tango hubo tres aportes negros decisivos: el originario del Río de la Plata, que es el candombe; el procedente de Cuba, que es la contradanza europea convertida en habanera, y la milonga, oriunda del Brasil, traída por los soldados del ejército de Urquiza, y que con el tiempo llegaría a las orillas de Buenos Aires. Los tres elementos se refundirán en el tango. Luego éste recibirá otros aportes de la inmigración, hasta transformarse en el primer fruto musical de sincretismo. Buenos Aires era el último puerto del mundo: los artistas y los marinos llegaban a ella con toda la música recogida en los puertos del trayecto. Y la larga estadía de los barcos en cada puerto daba tiempo para el contacto y el intercambio con los habitantes”. (fuente: www.fracturaexpuesta.com.ar)

 

Antes, en su Buenos Aires natal, había sido el factótum de la escena existencialista. Estudiante de Bellas Artes durante el día, pianista y trombonista por la noche, agitador, fenómeno de la naturaleza, se convirtió en el Alma Mater de la mítica cueva de Pasarotus, club de jazz y epicentro de las tendencias revolucionarias.

En Cómo vino la mano  / Orígenes del rock argentino de Miguel Grinberg, Moris recuerda: “… en La Cueva tocaba Susana Juri, un personaje todo de negro, todas las noches fascinados por ella. Pero de a poco la gente de jazz se fue borrando de La Cueva, salvo el gordo Cáceres, que era muy cirquero, muy quilombero y muy amigo de Pérez Estévez. Alentaba, nos daba fuerza, el único tipo que hacía eso…”

Ahí se mezclaban beatniks, cachorras de la oligarquía y futuros guerilleros maoístas, muchas veces en la misma persona. Cáceres, tsunami de magma y champagne, llevaba la batuta. Hasta que un día oyó la llamada. En París acompañó a Marie Laforet, fundó los grupos Malón y Gotán, pintó, expuso, enseñó Historia del Arte y profundizó en las raíces de la música rioplatense.

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