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Comunidad senegalesa en Buenos Aires: reunión con expertos de Naciones Unidas

Representantes del Ministerio Público de la Defensa porteño compartieron un informe sobre la problemática que atraviesa en la actualidad la comunidad y las propuestas para garantizar la defensa de los derechos humanos de esta población. En el encuentro, también se examinó en detalle la situación de los Afrodescendientes que viven en la Argentina.

 

En el mes de marzo, el Defensor Adjunto de la Ciudad, Luis Duacastella recibió, al Grupo de Trabajo de Expertos independientes sobre los Afrodescendientes de Naciones Unidas, encabezados por Michal Balcerzak, Sabelo Gumedze y Ricardo Sunga, para compartir un diagnóstico sobre la situación actual que atraviesa la población migrante africana y el rol del Ministerio Público de la Defensa en el trabajo cotidiano para garantizar la defensa de los derechos humanos de este grupo.

 

Durante el encuentro, se repasaron las dificultades específicas que enfrentan las personas, particularmente de nacionalidad senegalesa, en materia de persecución y detenciones en el ámbito de la Ciudad. Asimismo, se le entregó un informe a los expertos, elaborado por el Programas de Violencia Institucional y la Dirección de Asistencia a las Personas Privadas de su Libertad (DAPPL), en el cual se detalla que “del total de denuncias recibidas de hechos que podrían constituir casos de violencia institucional durante el 2018 (623 casos), 84 fueron de personas de nacionalidad senegalesa, lo que constituye el 13.48% de las denuncias totales. Esto los ubica en el lugar de mayor cantidad de hechos de violencia a personas extranjeras en nuestra ciudad”.

 

En este sentido, Duacastella manifestó que esta población migrante se encuentra en un “círculo vicioso, ya que el gobierno limita la posibilidad de que estas personas obtengan la documentación que les permita trabajar y luego las persigue por desarrollar actividades de subsistencia”.

 

Estos encuentros con los representantes de Naciones Unidas tienen como objetivo examinar en detalle la situación de los Afrodescendientes en el país, identificar cualquier problema y hacer recomendaciones sobre cómo podrían resolverse. Asimismo, este cuerpo es el encargado de analizar críticamente la situación de los países e identificar las buenas prácticas que podrían reproducirse en otros países.

 

De la reunión también participaron los responsables del Programa de Violencia Institucional, María Maidana y Demian Zayat, de la DAPPL, Emelina Alonso y del Programa de Derecho Internacional de Derechos Humanos, Virginia Gorosito y Verónica Carmona.

 

 

Algunas de las observaciones realizadas por el Grupo de Trabajo de Expertos de las Naciones Unidas sobre Afrodescendientes

Al Grupo de Trabajo le inquieta la situación de los derechos humanos de los/as afrodescendientes en la Argentina. Le preocupa en especial la invisibilidad de larga data, y una persistente discriminación estructural contra los/as afroargentinos, afrodescendientes y africanos, en general. La narrativa que prevalece es que las guerras y enfermedades disminuyó el número de afroargentinos/as, una comunidad muy grande en su momento. Esta narrativa ensombrece la realidad de que esta población afroargentina ha existido y sigue en la lucha para ser reconocida por la sociedad argentina. Aún se percibe a los/as afroargentinos/as como extranjeros en su propia tierra.

Se le informó al Grupo de Trabajo que la negación de la existencia de los/as afroargentinos/as se vincula con la visión de la Argentina “como un país de europeos”. El modelo social que se construyó en los siglos XIX y XX era eurocéntrico e ignoró la contribución de los/as afrodescendientes a la cultura y estructura social argentinas.  El Grupo de Trabajo recibió información sobre la discriminación estructural focalizada en todos/as los/as pobres no blancos/as de la Argentina y, en particular, en los/as afrodescendientes. La democracia trae a la luz cuestiones que quedaron ocultas durante la dictadura, incluida la historia de los/as afrodescendientes. El Gobierno realiza esfuerzos por generar una cultura de derechos humanos y ha comenzado a trabajar en la falta de reconocimiento, justicia y desarrollo. Resulta de una importancia crítica que todo el trabajo que se realice para abordar la situación de los afrodescendientes se haga juntamente con dicha comunidad y la sociedad civil en general, con un enfoque basado en los derechos humanos.

La Argentina debe asumir la realidad de que los/as afrodescendientes constituyen un grupo en situación de vulnerabilidad que merece medidas especiales. Se han enfrentado a numerosas dificultades y, sin embargo, se están organizando en una serie de redes y organizaciones de la sociedad civil que promueven sus derechos. De todos modos, la exclusión ha durado tanto que necesitan del apoyo de los organismos internacionales.

Durante mucho tiempo, la historia y los aportes de los/as afrodescendientes a la sociedad argentina han quedado en el olvido. El delito del comercio de esclavos africanos durante la época colonial se ha borrado de la memoria institucional de la Argentina. Pocos recuerdan que los afrodescendientes estaban en la primera línea de batalla durante las guerras libradas por la independencia de Argentina y en el período inmediatamente posterior. Asimismo, los/as afrodescendientes trabajaron incansablemente en los establecimientos agrícolas en apoyo del crecimiento de la economía argentina.  Para ellos/as, debe existir justicia reparatoria .

El Grupo de Trabajo observa que, por primera vez, en la Encuesta de Hogares y el Censo de Población de 2010, se incluyó una pregunta en relación con las personas de ascendencia africana. Se hizo a modo de muestreo de datos, pero no se integró en todos los cuestionarios. Por ende, los datos censales llevaron a una subestimación de la población real de afroargentinos/as en el país. Mientras que el censo del 2010 indicó una población afrodescendientes de 149.493, organizaciones de la sociedad civil consideran que hay hasta dos millones de afrodescendientes en la Argentina.

Se informó al Grupo de Trabajo que en la Argentina existe la idea general de que los/as afroargentinos/as son solamente aquellos/as que tienen rasgos africanos obvios. Esta idea no toma en cuenta a los/as afroargentinos/as que, como consecuencia de las mezclas, ya no tienen rasgos característicos de los/as africanos/as, aunque se identifican como afrodescendientes por sus ancestros africanos y deben ser reconocidos como tales.

El Grupo de Trabajo halló que la connotación de la palabra “negro/a” en Argentina es predominantemente negativa y está asociada con la discriminación por raza y condición socioeconómica. Se informó al Grupo de Trabajo que los/as afroargentinos/as consideran que las expresiones “trabajo en negro” “trabajar como un/a negro/a”, “mira al negro/a” y “negro/a villero/a” son frases ofensivas y despectivas.

La sociedad civil informó que las fuerzas de seguridad discriminan por perfilamiento racial a los/as afroargentinos/as, afrodescendientes y africanos/as. Los estereotipos negativos de los/as afrodescendientes los/as identifican como delincuentes peligrosos/as y violentos/as, narcotraficantes y trabajadores/as sexuales, todo lo cual contribuye a un control policial excesivo.

El uso de la fuerza en forma desproporcionada contra los afrodescendientes puede resultar en una violencia letal. Esta fue la historia de un afrodescendiente uruguayo, José Delfín Acosta Martínez, que murió el 5 de abril de 1996 mientras estaba bajo custodia de la policía argentina. En el Informe 36/13 de fecha 11 de julio de 2013, en relación con la Petición 403-02, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos halló admisible la denuncia de su familia contra la República Argentina por el arresto arbitrario, detención, tortura y muerte de Martínez mientras estaba bajo custodia policial.

 

 

La Diáspora Africana de la Argentina (DIAFAR) junto a la Asociación África y su Diáspora, ambas integrantes del Consejo Nacional de Organizaciones Afro (CONAFRO), también presentaron un informe ante el Grupo de Trabajo de Expertos sobre los Afrodescendientes. Aquí publicamos una introducción a ese documento.

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de Afrodescendientes?

Afrodescendiente es un término relativamente nuevo pero de gran importancia, ya que nació en el seno de la propia comunidad constituyendo un término construido por nosotros y para nosotros. Su origen se remonta a la Conferencia Regional de las Américas: Preparativos de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia (Santiago de Chile, 2000) donde distintos sectores de la sociedad civil y movimientos sociales buscaron una propuesta superadora de la nomenclatura colonial (negro, mulato, pardo, etc.). Afrodescendiente remite a  un grupo específico de personas: aquellos descendientes de africanos y africanas traídos  a las Américas y el Caribe en el contexto de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavizados; goza de reconocimiento internacional (ONU, OEA, Banco Mundial, etc.); y suscriben a él varios estados nacionales (esto incluye al Estado argentino).

 

  1. b) Contexto

En la Argentina la historia de los afrodescendientes se remonta al período colonial. El puerto de la Ciudad Buenos Aires, en algún momento capital del Virreinato del Río de la Plata, fue la puerta principal de acceso de los africanos y africanas traídos como mano de obra esclavizada durante el período de la trata transatlántica. Un registro para la Corona Española de 1778 nos informa que en la Ciudad de Buenos Aires el 30% de sus habitantes eran negros y mulatos. En provincias como Tucumán representaban el 64% de la población, en Santiago del Estero, el 54%; en Catamarca, el 52%; en Salta, el 46% y en Córdoba, el 60%, mientras que estudios recientes arrojan un 40% en Santa Fe. Para 1810 diversos estudios consideraban que la población de negros y mulatos constituía más del 30% de la población total del Virreinato.1

Cuando todavía la organización del estado nacional estaba por concretarse, calaron en las élites ideas vinculadas al darwinismo social y al racismo científico de la época. Así se difundió rápidamente la idea de que la civilización y la modernidad serían posibles sólo a través del blanqueamiento de nuestra población. Para lograr ese “progreso” tan deseado, era necesario alterar la composición racial de la población de la confederación argentina. Hacia mediados del siglo XIX se comienza a instalar en el discurso oficial que la población afrodescendiente o de origen africano ha mermado al punto de su casi extinción; Sarmiento, de hecho, lo afirma en su libro “Facundo” (1845)2. Además de la invisibilización simbólica, se procedió por medio del genocidio, de la promoción sistemática de inmigración europea, el negacionismo historiográfico y de la eliminación de la variable racial en los datos estadísticos. De esta manera se construyó el gran mito de la Argentina como nación blanca y europea. Lamentablemente, este proyecto tuvo consecuencias devastadoras para la comunidad afrodescendiente argentina; no sólo en términos de vidas perdidas sino también en las condiciones de existencia de los y las sobrevivientes: lograron normalizar, hacer parte del sentido común, la idea de que en la Argentina no hay población negra nativa.

En la actualidad, la invisibilización simbólica llevada a cabo por los fundadores del proyecto de blanqueamiento nacional ha traído como consecuencia el negacionismo y la extranjerización de los y las afrodescendientes argentinos/as. Dada la inmigración de población africana y afrodescendiente de otros países latinoamericanos, nadie sostiene ya que no hay negros en Argentina. Lo que se niega es que esos negros sean argentinos. El problema es que estos negros son tratados como extranjeros, imaginando que son de países latinoamericanos o caribeños (uruguayos, brasileros, dominicanos, etcétera).

La realidad es que alrededor de 2 millones de argentinos y argentinas responden al término afrodescendiente, de los cuales un componente minoritario es extranjero. A diferencia de otros países de la región donde el segregacionismo, la endogamia y/o la poca población de origen blanco europeo han desalentado el mestizaje, en  Argentina proliferaron los matrimonios mixtos, lo que provocó un blanqueamiento efectivo de su población y, por lo tanto, en términos fenotípicos la enorme mayoría de la población afrodescendiente argentina no responde a la imagen de negro. De esta manera,  la pequeña población afrodescendiente inmigrante que vive en los principales  centros urbanos del país, generalmente más oscuros de piel que el común de los afrodescendientes argentinos, ocupan el espacio de representación pública en nuestra comunidad, reforzando el proceso triple de negación-invisibilización-extranjerización.

 

  1. c) Afro-reparaciones

La Declaración de Durban reconoce en la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos un crimen de lesa humanidad.3 Es en ese mismo espíritu en el que enmarcamos las recomendaciones que surgen del siguiente informe, en el marco del histórico reclamo de nuestra comunidad por reparaciones ante dichos crímenes. En palabras del intelectual afrodescendiente Agustín Lao-Montes:

“(…) vemos los reclamos de afro-reparaciones como postulados ético-políticos basados en los principios de la justicia reparativa, que han servido históricamente como uno de los móviles y objetivos de los movimientos negros de la modernidad y que, con el impulso de Durban (2001), representan una de las palestras vitales de la política racial de hoy. En vista del significado fundamental de la dominación racial en el sistema-mundo moderno-colonial, las afro-reparaciones deben cultivarse como medios   de   lucha   por   la   descolonización   de  la  memoria,  el  imaginario  y  las constelaciones globales de poder. Definidas de esta manera, nutren el repertorio de recursos de esperanza para parir futuros de liberación posible.

Entendiendo que la justicia reparativa conjuga redistribución con reconocimiento y abarca varias esferas de injusticia, las afro-reparaciones suman reclamos materiales y simbólicos: tanto salarios de compensación como salarios de valorización. Por eso, las propuestas a favor de afro-reparaciones van al meollo mismo de la definición y el carácter de la ciudadanía en cuanto identidad política. Dado que, como categoría histórica colectiva, los afrodescendientes no hemos conseguido ciudadanía sustancial (plenitud de participación, inclusión, derechos, representación) en ningún lugar de las Américas, es necesario tomar medidas afirmativas para elevar la calidad de nuestros modos de pertenencia (ciudadanía social, civil, política, económica y cultural) en nuestras comunidades políticas en los niveles local, nacional, hemisférico y global.(…)”.4

 

  1. d) Marco jurídico y políticas públicas

La República Argentina ratificó a la Convención Internacional sobre la  Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial en el 1968 y reconoce la competencia del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial creado por dicha convención. En 2001 el Estado argentino participó de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y otras formas de Intolerancia celebrada en Durban, Sudáfrica y adhirió al Plan de Acción resultante; en estrecha relación con el Plan de Acción de Durban, en 2004 se elaboró el Plan Nacional Contra la Discriminación (Decreto 1086/2005) y en el Censo Nacional de Población de 2010 se incorporó la pregunta sobre afrodescendencia. En 2012 se creó el Programa Afrodescendientes dentro de la Dirección Nacional de promoción de los Derechos Culturales y Diversidad Cultural del entonces Ministerio de Cultura de la Nación y en 2013 se sancionó la ley que declara el 8 de noviembre como el Día Nacional de los/as Afroargentinos y de la Cultura Afro (Ley N° 26.852). En 2017 Argentina adhirió al Decenio Internacional de los Afrodescendientes y se encomendó a la Secretaría de Derechos Humanos elaborar un programa nacional para la aplicación del decenio (Decreto 658/2017).

Sin embargo, las políticas públicas destinadas a procurar el bienestar de la población afrodescendiente de y en la Argentina acaban siendo, en la práctica, meramente declarativas, sin ningún efecto real para la comunidad afrodescendiente. Por ejemplo, en vistas de cumplir con parte de los compromisos asumidos internacionalmente se creó el Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) en 1995 con particular énfasis en cuestiones relacionadas al genocidio del pueblo judío (Ley Nº 24.515), mientras que, por ejemplo, el Foro de Afrodescendientes y Africanos del instituto recién fue creado diez años más tarde. Además, las competencias del INADI (recepción y registro de denuncias sobre discriminación, asesoramiento a aquellos que  lo soliciten, la   elaboración de informes y de campañas de concientización), tienden a traducirse en acciones reactivas y acotadas. Sobretodo bajo la actual administración, que ha realizado recortes presupuestarios en todas las dependencias del Estado.

Con respecto al Plan Nacional Contra la Discriminación, la política pública más abarcativa en materia de inclusión de la variable afrodescendiente en la agenda pública, si bien sostiene en principio que las principales víctimas del racismo son los pueblos originarios y afrodescendientes y que el racismo es parte fundante de la organización del Estado moderno argentino, “[…] el racismo despliega sus dos caras en la conformación del Estado-Nación argentino: nacionalista y genocida con respecto a los pueblos originarios y a los  afro-descendientes;  liberal  y  “asimilador” con respecto a los inmigrantes    españoles, 5 italianos,  ingleses…” ,  relativiza  ese  racismo  fundante  al  advertir  que  en  la actualidad estamos  asistiendo  a  un  racismo  “estético”,  relacionado  principalmente  con diferencias económicas.6

 

A  su  vez,  a  la  hora  de  proceder  a  la  elaboración  de  propuestas   para desmontar la negación de la población afrodescendiente argentina, el Plan Nacional Contra la Discriminación no resultó contundente. De todas las propuestas esbozadas en el documento, la única tendiente a subsanar esto, y muy vagamente por cierto al no mencionar al colectivo afrodescendiente en particular (como sí lo hacen otras propuestas con respecto a los pueblos originarios o migrantes) es la que recomienda “proporcionar una cuidada presentación de la historia nacional, destacando las contribuciones de las diferentes culturas y civilizaciones de la región y del mundo en la formación de la identidad nacional,  incluido  el  papel  que  otros  grupos o minorías étnicas, culturales, religiosas  y lingüísticas”  (propuesta n°17).7

 

Tampoco  se previeron las herramientas para lograr  esa “presentación cuidada de la historia nacional”. Una prueba más del carácter meramente declarativo de la política lo ilustra la Ley de Educación Nacional (Ley N° 26.206) sancionada a posteriori de la aprobación del Plan y que sin embargo omite la existencia de la población y la cultura afrodescendiente8.

 

En cuanto al Día Nacional de los/as Afroargentinos y de la Cultura Afro, las acciones por parte del Estado para darle difusión y poner en valor lo que la fecha representa han sido de muy bajo alcance. Incluso, bajo la actual administración, el Programa Afrodescendientes del ex Ministerio de Cultura se ha convertido en un programa exclusivamente nominal ya que no cuenta más con presupuesto propio. Y si bien desde la cartera de Cultura aún cumplen con la celebración del 8 de noviembre, la extranjerización sigue siendo constante, desde las imágenes que utilizan en la comunicación institucional hasta en su narrativa. A modo de ejemplo, de la web oficial: “Este programa cuestiona las formas de discriminación surgidas con la llegada al país de inmigrantes africanos y afrolatinoamericanos, promoviendo su inclusión y respeto, e interpelando a la sociedad a través de acciones culturales tendientes a transmitir las raíces históricas afroargentinas.”9

 

Con respecto al programa nacional para la aplicación del Decenio aún no se tienen noticias de actividades concretas. En el sitio web de la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralidad Cultural hay una lista de ejes de acción de las políticas públicas que  la secretaría supuestamente lleva a cabo (mesas de Diálogo Afro, curso virtual en Derechos Humanos “Argentina. Raíces Afro”; promoción de actividades y conmemoraciones por el  8 de noviembre, etc).10  Más   que   una  lista  de  acciones  se  trata  de  un  decálogo    de vaguedades.

Reconocemos en la instauración del discurso homogeneizador de Argentina como un “crisol de razas” el intento sistemático de inclusión forzada e imposición de un modelo universalista excluyente y negador de las particularidades del colectivo afrodescendiente. Por lo tanto rechazamos la construcción de cualquier política pública de carácter universal como una acción orientada a la justicia reparativa.  Para revertir la negación y poner en valor el legado, la identidad y la cultura afrodescendiente es necesario formular políticas públicas específicas y de carácter afirmativo exclusivas para el colectivo afrodescendiente.

 

  1. e) Racismo institucional

El caso argentino es uno de los más explícitos en relación al fenómeno del racismo institucional, pues se encuentra en el propio texto constitucional. La Constitución Nacional, reformada en 1994, establece que: Art. 25.- El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno  la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes.11

De esta manera el racismo en Argentina forma parte del ADN de la estructura político-institucional desde su misma constitución. Este artículo implicó el accionar de diferentes mecanismos de promoción e incentivos de importación de  personas provenientes de Europa, con la creencia y el objetivo de mejorar la “raza” como parte del proyecto civilizatorio. Para que el proyecto de blanqueamiento nacional tuviera éxito debía adquirir carácter constitucional, y a pesar de que el artículo data de 1853 y nuestra carta magna fue reformada varias veces, ninguna reforma alcanzó al artículo 25. Tal como lo advierte el Plan Nacional Contra la Discriminación, “El Estado  argentino  se constituye sobre la base de la negación de su propia historia y del intento de transformar su propia conformación a partir de la inmigración de aquellos seres humanos que se consideraba encarnaban la modernidad y el progreso […] Es así como el racismo despliega sus dos caras en la conformación del Estado-Nación argentino: nacionalista y genocida con respecto a los pueblos originarios y a los afro-descendientes; liberal y “asimilador” con respecto a los inmigrantes españoles, italianos, ingleses…”

 

1 Andrews, George Reid (1980) The Afro-Argentines of Buenos Aires, 1800-1900. University of Wisconsin Press, Madison, Wisconsin. http://d-scholarship.pitt.edu/21145/1/31735066979950_optimized.pdf

2 “La raza negra casi extinta ya — excepto en Buenos Aires — ha dejado sus zambos y mulatos, habitantes de las ciudades, eslabón que liga al hombre civilizado. (…).”  Domingo F. Sarmiento. “Facundo” (1845).

3 “Reconocemos que la esclavitud y la trata de esclavos, en particular la trata transatlántica, fueron tragedias atroces en la historia de la humanidad, no sólo por su aborrecible barbarie, sino también por su magnitud, su carácter organizado y, especialmente, su negación de la esencia de las víctimas, y reconocemos asimismo que la esclavitud y la trata de esclavos, especialmente la trata transatlántica de esclavos, constituyen, y siempre deberían haber constituido, un crimen de lesa humanidad y son una de las principales fuentes y manifestaciones de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia, y que los africanos y afrodescendientes, los asiáticos y las personas de origen asiático y los pueblos indígenas fueron víctimas de esos actos y continúan siéndolo de sus consecuencias;” Declaración de Durban. (2001).

4 Lao-Montes, Agustín. 2007 “Sin Justicia étnico-racial no hay paz: las afro-reparaciones en perspectiva histórico-mundial”. En Afro-reparaciones: Memorias de la Esclavitud y Justicia Reparativa para negros, afrocolombianos y raizales / eds. Claudia Mosquera Rosero-Labbé, Luiz Claudio Barcelos. – Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Centro de Estudios Sociales (CES), 2007

5  Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación, págs. 51-52.

6   Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación, págs. 53-54.

7  Propuesta nº 17 del documento “Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación”

8 https://panel.inkuba.com/sites/2/archivos/Cuadernos%20PoliPub%20Nro%2016%20-%202015.pdf

9 https://www.cultura.gob.ar/agenda/cultura-celebra-por-el-pais-el-dia-nacional-de-los-afrodescendientes/

10 https://www.argentina.gob.ar/afrodescendientes

11 https://www.congreso.gob.ar/constitucionNacional.php

 

 

 

Las siguientes organizaciones adhirieron a este informe

Casa de la Cultura Indo-Afro-Americana “Mario López” Asociación Misibamba

Instituto Argentino para la Igualdad, Diversidad e Integración (IARPIDI) Afrodescendientes de Córdoba

Afrodescendientes de Santiago del Estero Afrodescendientes de Salta

Articulación Regional de Afrodescendientes de América Latina y el Caribe (ARAAC) Taller de Cine de Salta

Acción Antifascista Buenos Aires

Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) Cine Migrante

Club Social y Deportivo “La Cultura del Barrio” Fundación VEI

Instituto de Justicia y Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Lanús (IJDH UNLa) Acción Antifascista Buenos Aires

Skinheads Contra los Prejuicios Raciales Buenos Aires (SHARP)

Fuentes consultadas:
Ministerio Público de la Defensa / Naciones Unidas. Derechos Humanos. Oficina de Alto Comisionado

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